ISBN 0124-0854
N º 86 Febrero 2003
No a todos les es dado en esta época clásica de obsequios y finezas , cultivar sus quereres con el grato testimonio de la dádiva . Y , luego , hay tantos que se encuentran fuera de sus lares ; tantos que lloran la eterna ausencia de los seres más queridos . Porque en estos días familiares aguija el recuerdo de los que se hallan lejos ; lejos por la distancia geográfica , lejos por la muerte , por el desamor o el desengaño , estas muertes del corazón que ponen un abismo entre dos almas . Porque en estos días de recrudescencias afectivas hay una como necesidad abrumadora de ofrecer , al par que unas fibras de nuestra entraña , al par que un efluvio del espíritu , algo que exprese y simbolice los sentimientos que hacen la vida amable , intensa , colectiva . Es ésta la época del culto externo , de los bellos ritos , en esta religión de los afectos . Pero , en fin ... No hay panal que no esconda allá adentro su ápice de ponzoña , y estas mieles falaces del vivir , más que ninguna . Gocemos del sol mientras alumbra y sigamos la romería con buen gesto , aunque llevemos el bacilo entre las vísceras . Vida , filosofía , religión y egoísmo así nos lo ordenan perentorios . Pues a darle asueto al padecer , asueto a las picardías , para seguir los cursos
con más bríos . Y , ya que por fuero cósmico y religioso tenemos de alegrarnos en el Señor y en las obras de sus manos , no nos paremos por gollerías . Abramos de par en par las ventanas del goce , para que se difunda por sus recámaras el oxígeno de la dicha ; para que se arremoline por esas interioridades psíquicas la racha de inocencia que el Cristianismo nos ordena y el verano nos provoca . Seamos pascuales algún día . Y todo se aduna y compagina en este diciembre generoso , para alivio de los males y realce de los bienes . [ Todol La campiña soleada y olorosa , con sus florescencias y sembrados , con sus filas de oscuros arbolados , con sus viviendas de ensueño ; allí los juegos del viento en los follajes , allí el zumbar de la colmena hermana , las voces de las aves , el estridor de los cuadrúpedos , el aullido inquietante de los trenes . Acá , la ciudad glorificada . Viste los arreos y el traje de luces . Se apercibe para la gran corrida . Marcha al compás de músicas triunfales al capeo , a las banderillas del goce . Pretende dar muerte , siquiera sea efímera , al miura tenebroso de tedio , a esta fiera que revive más encarnizada que la hidra . amor a los que pecan ? Si muriese , fuera en balde el establo belenita ; fuera estéril aquella misa inicial de Redención , cuando la Virgen Madre ofreció la Hostia cruenta ; lo fueran este Gólgota sempiterno de los altares católicos , por donde corre la Preciosa Sangre a toda hora , y