Agenda Cultural UdeA - Año 2003 AGOSTO | Page 5

ISBN 0124-0854
N º 91 Agosto 2003
Cuando todos mis esfuerzos fallaron, me puse a considerar cuidadosamente el trabajo que usted había realizado. Debo advertir a usted que carezco de toda instrucción en materia de calzado. Lo único que sé es que hay zapatos que me han hecho sufrir, y otros, en cambio, que recuerdo con ternura: así de suaves y flexibles eran.
Los que le di a componer eran unos zapatos admirables, que me habían servido fielmente durante muchos meses. Mis pies se hallaban en ellos como un pez en el agua. Más que zapatos,
parecían ser parte de mi propio cuerpo, una especie de envoltura protectora que daba a mi paso firmeza y seguridad. Su piel era en realidad una piel mía, saludable y resistente. Sólo quedaban ya muestras de fatiga. Las suelas sobre todo: unos amplios y profundos adelgazamientos me hicieron ver que los zapatos se iban haciendo extraños, que se acababan. Cuando se los llevé a usted iban ya a dejar ver los calcetines.
También habría que decir algo acerca de los tacones: piso defectuosamente, y los zapatos mostraban huellas demasiado claras de ese antiguo vicio que no he podido corregir. Quise, con espíritu ambicioso, prolongar la vida de mis zapatos.