Agenda Cultural UdeA - Año 2003 AGOSTO | Page 6

ISBN 0124-0854
N º 91 Agosto 2003
Esta ambición no me parece censurable : al contrario , es señal de modestia y entraña una cierta humildad . En vez de tirar mis zapatos estuve dispuesto a usarlos durante una segunda época , menos brillante y lujosa que la primera . Además , esta costumbre que tenemos las personas modestas de renovar el calzado es , si no me equivoco , el modus vivendi de las personas como usted .
Debo decir que del examen que practiqué a su trabajo de reparación he sacado muy feas conclusiones . Por ejemplo , la de que usted no ama su oficio . Si usted , dejando aparte todo resentimiento , viene a mi casa y se pone a contemplar mis zapatos , ha de darme toda la razón . Mire usted qué costuras : ni un ciego podía haberlas hecho tan mal . La piel está cortada con inexplicable descuido : los bordes de las suelas son irregulares y ofrecen peligrosas aristas . Con toda seguridad , usted carece de hormas en su taller , pues mis zapatos ofrecen un aspecto indefinible . Recuerde usted , gastados y todo , conservaban ciertas líneas estéticas . y ahora ...
Pero introduzca usted su mano dentro de ellos . Palpará usted una caverna siniestra . El pie tendrá que transformarse en reptil para entrar . Y de pronto un tope : algo así como un quicio de cemento poco antes de llegar a la punta . ¿ Es posible ? Mis pies , señor zapatero , tienen forma de pies , son como los suyos , si es que acaso usted tiene extremidades humanas .
Pero basta ya . Le decía que usted no le tiene amor a su oficio , y es cierto . Es también muy triste para usted y peligroso para sus clientes , que por cierto no tienen dinero para derrochar .
A propósito : no hablo movido por el interés . Soy pobre pero no soy mezquino . Esta carta no intenta abonarse la cantidad que yo le pagué por su obra de destrucción . Nada de eso . Le escribo sencillamente para exhortarle a amar su propio trabajo . Le cuento la tragedia de mis zapatos para infundirle respeto por ese oficio que la vida ha puesto en sus manos ; por ese oficio que usted aprendió con alegría en un día de juventud ... Perdón ; usted es todavía joven . Cuando menos , tiene tiempo para volver a comenzar , si es que ya olvidó cómo se repara un par de calzado .
Nos hacen falta buenos artesanos , que vuelvan a ser los de antes , que no trabajen solamente para obtener el dinero de los clientes , sino para poner en práctica las sagradas leyes del trabajo . Esas leyes que han quedado irremisiblemente burladas en mis zapatos . Quisiera hablarle del artesano de mi pueblo , que remendó con dedicación y esmero mis zapatos infantiles . Pero esta carta no debe catequizar a usted con ejemplos .
Sólo quiero decirle una cosa : si usted , en vez de irritarse , siente que algo nace en su corazón y llega como un reproche hasta sus manos , venga a mi casa y recoja mis zapatos , intente en ellos una segunda operación , y todas las cosas quedarán en su sitio .