Agenda Cultural UdeA - Año 2003 AGOSTO | Página 14

ISBN 0124-0854
N º 91 Agosto 2003 no visitaba nadie. Había menos, por olvido. Pero también puede haber menos en una obra sencillamente porque lo que se busca en ella es menos que lo que puso el artista: así, el gran Caballo de Leonardo para la estatua de Sforza fue usado como blanco para ejercicios de tiro de los cañones franceses. Y fue un buen blanco mientras duró, pero Leonardo había puesto en él muchas más cosas, que no supieron ver los artilleros. Y si la ignorancia juega estas malas pasadas, también las juega la pretensión erudita: encontramos arte donde no lo hay, como a veces no lo vemos donde no había otra cosa. Así, hoy llamamos " arte " del Egipto antiguo a lo que para los antiguos egipcios era una manifestación de índole religiosa, destinada a ser vista solamente por los ojos de los muertos: y que justamente por eso ha sobrevivido al paso de los vivos( digamos, de los artilleros) y podemos admirar hoy en un museo. Y también nos sucede que buscamos, y encontramos, inspiración religiosa donde no la hubo nunca: cada vez que un arqueólogo desentierra una olla de cocina proveniente de una cobertura remota, le encuentra un sentido religioso, y, si es sensible a esas cosas, artístico: pero no una utilidad práctica.
Y a esa olla de cocina, hecha para cocinar, y que servía para cocinar, la bautiza " vasija ceremonial antropomorfa ". Sí: también lo es. "¿ Qué importa si Walter Pater ha puesto en el retrato de la Mona Lisa cosas que Leonardo ni siquiera soñó?", decía Oscar Wilde. Es una
olla de cocina, pero también es una vasija ceremonial antropomorfa( si es que es antropomorfa: a lo mejor simplemente lo parece, por el azar de las formas. También se han visto vasijas, o imágenes antropomorfas, en la disposición de las estrellas del cielo). Y es a la vez una obra de arte, por supuesto. Un " por supuesto " tan fechado como todos los demás: data del momento en que, en los años veinte de este siglo, Marcel Duchamp señaló( descubrió, inventó, creó) el hecho de que cualquier cosa que se exponga en un museo es una obra de arte. De que una obra de arte es simplemente aquello, sea lo que sea, que un artista califica como tal. Objetos fabricados en serie la taza de un excusado, un botellero u objetos naturales: todos los objets trouvés que encuentra un artista, o la propia luna, si el dedo que la señala es el de un artista. "¿ Se pueden hacer obras que no sean de arte?", preguntaba Duchamp. Y tal vez se pudiera, antes. Pero una vez formulada la pregunta, la respuesta es formal: no, no se puede. Y así como en la obra cabe todo lo que ponga el crítico, por añadidura a lo que ha puesto el artista, así también en la crítica cabe todo lo que el crítico quiera. Para seguir con Wilde: el crítico es un artista, y también él crea. De donde se deduce no sólo que cualquiera es artista, haga lo que haga, sino además que cualquiera es crítico, diga lo que diga: esto es bonito, o esto es feo, o esto lo hace mi hijo de cinco años con los ojos cerrados. O esto es obsceno. O esto es impío. O esto está prohibido. Antonio Caballero ha escrito, entre