Agenda Cultural UdeA - Año 2003 ABRIL | Page 6

ISBN 0124-0854
N º 86 Abril 2003 parece a otra- va a llamar a la puerta de una de esas fortalezas, es posible que por cortesía retengan su manuscrito durante algunos días, pero nadie se tomará la molestia de leerlo.
Diez años han pasado desde entonces. Gracias al éxito de mis novelas, algunas editoríales han terminado por aceptar mi Viernes o la vida salvaje. Pero en muchos casos se ha tratado de editoriales puramente literarias e incluso de vanguardia, como Knopf en Estados Unidos, que no tienen ninguna experiencia en materia de libros para niños. Así es como he llegado a hacerme seriamente esta pregunta: ¿ qué sentido tiene hablar de libros para niños? Pensándolo bien, esta noción de una biblioteca ad usum delphini es bastante reciente. En efecto, se origina precisamente en la mitología victoriana del niño que he denunciado más arriba. Pero, entonces, ¿ dónde situar los cuentos de Perrault, las fábulas de La Fontaine, la Alicia de Lewis Carroll? y a esas obras maestras habría que añadir los cuentos de Grimm, los de Andersen, las leyendas orientales, Ni / s Holgersen de Selma Lagerlbff, El principito de Saint-Exupéry. Pues bien, creo que es preciso atreverse a recordar que, con excepción de Selma Lagerloff, esos autores no se dirigen en modo alguno a un público infantil. Mas, como tenían genio, escribían tan bien, tan límpidamente, tan brevemente-calidad rara y difícil de alcanzar- que todo el mundo podía leerlos, incluso los niños. Este concepto de
" incluso los niños " ha llegado a tener para mí una importancia capital y diría que hasta tiránica. Se trata de un ideal literario al que aspiro sin lograr salvo una excepción- alcanzarlo. A riesgo de chocar a algunas personas, vaya decir lo que pienso: a Shakespeare, Goethe y Balzac se les puede tachar de una imperfección a mi juicio imperdonable: la de que los niños no puedan leeríos 1. Por lo que a mí respecta, volvería a tomar gustosamente la pluma y me pondría a trabajar de nuevo en mis otras novelas, El Rey de los Alisos, Los meteoros, Gaspar, Melchor y Baltasar, para obtener versiones más puras de ellas, más rigurosas, más diamantinas, hasta el punto que... incluso los niños pudieran leerías. Si no lo hago no es por natural pereza-puesto que para ello habría que realizar un trabajo inmenso-, sino porque no serviría para nada. Los adultos no leerían esos " libros para niños " y los niños tampoco, dado que ningún editor
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Diez años han pasado desde entonces. Gracias al éxito de mis novelas algunas editoriales han terminado por aceptar mi Viernes o la vida salvaje. Pero en muchos casos se ha tratado de editoriales puramente literarias e incluso de vanguardia, que no tienen ninguna experiencia en materia de libros para niños.
Hay que reconocer que, de todos modos, algunos poemas de Goethe se recitan en las escuelas europeas.