Agenda Cultural UdeA - Año 2003 ABRIL | Page 12

ISBN 0124-0854
N º 86 Abril 2003 tinta simpática, en Guillermo Brown a preparar agua de regaliz y en varias historias de náufragos a construir una almadía con troncos de árboles y lianas trenzadas. Pocas instrucciones me han sido tan preciosas en mi vida como éstas y otras semejantes. Gracias a ellas he sobrevivido a los atroces peligros del crecimiento y la respetabilidad. En líneas generales, no creo que exista una literatura infantil, sino sólo un tipo de literatura-por lo común no escrita primordialmente para ellosque gusta a los lectores más jóvenes, lo sean por edad o por mentalidad. En este tipo de ficción es importante ante todo el sentido de aventura. Sin aventura( es decir, sin riesgo, sin misterio, sin compañerismo, sin travesía, sin romance en el sentido inglés del término) no hay literatura propia para jóvenes, sino cursilería y adoctrinamiento. El peligro de la literatura de aventuras es la vulgaridad, pero prefiero y preferiré hasta la muerte la vulgaridad a la cursilería y el adoctrinamiento. Algunos educadores me han hecho saber que este tipo de relatos embota o no desarrolla suficientemente la sensibilidad, que en ocasiones pueden ser brutales, que no favorecen más que características odiosamente masculinas en los niños y adolescentes que los frecuentan, sobre todo si son del sexo femenino. Toda mí experiencia personal es contraria a semejante suspicacia. Las mujeres más sensibles que he tenido ocasión de conocer( lo que no quiere decir las más " dulces " ni las más " hembras ") se han formado en la literatura de aventuras y en
buena medida guardan su aprecio adulto por ella. Si se me permite el testimonio personal, yo mismo tengo muy bien desarrolladas mis cualidades femeninas y nunca renunciaré a mi dosis semanal de ficción aventurera, que me inyecto en vena desde lo siete años. Los cuentos no son brutales ni enseñan a serio; son crueles, a menudo feroces, pero siempre defienden la pureza valerosa que en el hombre remedia y vence a lo cruel y lo feroz. No dicen que la vida sea idílica, tranquila, armónica, siempre gratificante: dicen que para quien lucha bien, la vida es posible sin dejar de ser humana. En modo alguno se exalta sin más la fuerza bruta por sí misma, sino todo lo contrario. Como señala G. K. Chesterton, uno de los mejores conocedores del tema: " Si el narrador de cuentos de hadas hubiera querido meramente establecer que ciertos seres han nacido más fuertes que otros, no se hubiera entretenido en elaborar trucos de herramientas y trajes para vencer al ogro. Se hubiera limitado sencillamente a dejar vencer al ogro ". En el cuento, las herramientas, armas mágicas y disfraces son emblemas de la cualidad moral enérgica y confiada que puede alcanzarse sobre la mera fuerza bruta. Nada demuestra más valerosa sensibilidad que esta lección.