ISBN 0124-0854
N º 86 Abril 2003
Pero aún hay algo más profundo en los relatos de aventuras, la percepción mítica de que aún lo peor del mundo, lo más hostil a la personalidad y fraternidad humanas, lo que menos repara en nosotros o más nos amenaza, quiere también ser regenerado por nuestro esforzado coraje: pide, desde su rugiente animadversión, ser incorporado a nuestra tarea. En el cuento el dragón no es un obstáculo para llegar a la princesa, sino el medio de alcanzarla: aún más, es la princesa misma, que espera nuestra conquista y nuestro amor. En sus Cartas a un joven poeta escribe alguien tan poco sospechoso de embotada sensibilidad como Rainer Maria Rilke: "¿ Cómo habríamos de olvidar esos antiguos mitos que están en el comienzo de todos los pueblos, los mitos de los dragones que, en el momento supremo, se transforman en princesas? Quizás todos los dragones de nuestra vida son princesas que esperan sólo eso, vemos una vez más hermosos y valientes. Quizá todo lo espantoso, en su más profunda base, es lo inerme, lo que quiere auxilio de nosotros ". Sencillamente pienso que no puede brindarse lección más alta ni más honda. De hecho, es tan alta y tan honda que ya no es una lección en absoluto, no tiene nada que ver con la educación como formación profesional ni con ninguna otra forma de instrucción funcional. Supongo que la literatura llamada infantil cabe en la escuela, porque la escuela no es simple doma ni adiestramiento: si se
me apura, la escuela puede tener objetivos más altos que la mera educación. Pero ante todo, la literatura-tanto para el pequeño como para el adulto, tanto escrita como oral o dibujada o filmada es cultura, es decir, promoción, reforzamienta y garantía de la vida en tanto humana. Da lo mismo que ganemos por ella talo cual conocimiento, talo cual destreza: lo importante es que por medio de la ficción se asienta y crece el alma. Y sin alma de nada sirven conocimientos ni destrezas: miremos sin complacencia ni desesperación a nuestro alrededor.
' Fernando Savater es filósofo de la Universidad Complutense de Madrid, donde hoy es profesor. También es profesor de la UNED de Ética y Filosofía y colaborador del periódico El País desde su fundación. Ha recibido varios premios de ensayo. Entre sus obras se cuentan Panfleto contra el todo, Ética para Amador, Política para Amador, Sobre vivir, La infancia recuperada, Instrucciones para olvidar a El Quijote, El contenido de la felicidad y El valor de educar. El presente texto fue tomado de su libro Sin contemplaciones( segunda edición). Ariel, Barcelona, 1995.