ISBN 0124-0854
N º 82 Septiembre de 2002
La modernidad malversada
El capítulo de la modernidad americana no está en blanco , el fin de la ilusoria seguridad sedentaria y el desmoronamiento del concepto escolar de patria nos ha despabilado de golpe . Aunque la situación es difícil . De posmodernidad ya ni hablar ; para ello deberíamos poder clausurar lo que nunca existió : la realización de grandes relatos de emancipación , ya fueran nacionalistas , populistas , indigenistas o marxistas . Entonces nos quedaría amoldarnos al abollado proyecto de modernidad que se bosquejó allende el siglo XIX . Aunque también con pocas posibilidades de aprobar todas las materias .
De modernismo poco podríamos hablar , ya que este término sugiere desarrollo cultural autónomo y esta asignatura sigue pendiente en casi todos nuestros países . Finalmente , en un intento desesperado por salvar el estatus de modernos nos presentaríamos a rendir cuentas sobre los procesos socioeconómicos que apoyamos para bienestar de nuestras sociedades . ¡ Aplazados una vez más !… Y a repetir el curso porque jamás desarrollamos un proceso de modernización adecuado a nuestras realidades y necesidades . Casi expulsados de la historia una
última e inquietante pregunta restalla : En esta América Latina del siglo XXI , ¿ no parece que el almanaque retrocedió hasta el siglo XV o XVI ?
De persistir en nuestro concierto barroco – populista quedaría demostrada la necesidad cíclica de un padre – patrón que restablezca el orden a sangre y fuego . Pero si nos atrevemos con otra partitura , podría comenzar a desarrollarse una América que administrara eficazmente su potencial para beneficio de todos . Se trata de no volver a caer en la trampa del discurso político que propone fe ciega en la posibilidad de una restauración etnocentrista ya casi mítica . Somos muchos y de diferentes plumajes . Recurrir una vez más a esta táctica ilusoria como factor aglutinante colectivo nos condenaría , en la línea de pensamiento del historiador argentino Ernesto Laclau , a persistir en la construcción de identidades siempre provisorias . Junto con los muertos en nuestras guerras nunca declaradas , fueron enterradas las obras y los porvenires . No obstante , la tentación acecha . La palabra mandataria y demandante del hombre político tiene demasiados puntos de contacto con el lenguaje religioso , místico y mágico . Se nombran cosas
inefables , totalidades como Dios , el pueblo , la revolución , la justicia social y el amor universal . Maravillas imposibles de realizar , pero que han servido siempre como eficaces representaciones de anhelos populares a la hora de amasar sociedades . Luego , en la vida cotidiana jamás se verificó ni la más mínima consecuencia particular de estos soberbios universales prometeicos . Pero eso nunca importó demasiado mientras las banderas flamearan a tiempo , los ejércitos desfilaran a destiempo y los mercados jamás perdieran ... su tiempo . Concluyendo con Laclau , los sistemas institucionales de nuestros países nunca registraron y resolvieron las demandas de las comunidades . Una y otra vez primó la “ razón populista ”, quizás la única vía que homogeneizó los reclamos y logró remontarlos a la escena visible . Aunque precisamente esta homogeneización asordina las voces particulares y hace invisible al sujeto .
II . La alternativa vikinga Tal vez podamos localizar más de un eje histórico en el preludio de este continente frangollado a fuerza de equívocos étnicos y culturales , y los nórdicos albinos nos esperen agazapados en alguna esquina de la memoria americana .