ISBN 0124-0854
N º 78 Mayo de 2002
Una consecuencia inmediata de la ganga faustiana de obtener el gran poder de la nanotecnología es que nosotros corremos un grave riesgo: destruir la biosfera de la cual depende toda la vida. Por ejemplo, como Eric Drexler explicó en su libro Artefactos de Creación: "" Plantas ", con " hojas " igualmente eficaces que ' las células solares actuales, podrían dejar fuera de competencia a las plantas reales,
saturando la biosfera con un follaje incomible. Una " bacteria " dura y omnívora sobrepasaría a todas las bacterias reales; se podría extender como polen en el viento, reproduciéndose rápidamente y reduciendo la biosfera a polvo en cuestión de días.
Los replicadores peligrosos podrían extenderse demasiado velozmente, siendo además demasiado resistentes y pequeños para detenerlos. Tenemos ya suficientes problemas controlando a virus e insectos. No podemos permitimos el lujo de tales
accidentes con ensambladores autoreplicadores. Estas posibilidades son todas indeseables. La única alternativa realista es renunciar: limitar el desarrollo de las tecnologías que son demasiado peligrosas, restringir nuestra búsqueda en ciertos campos del conocimiento. Aunque " el deseo de saber " de la humanidad es algo inherente, si el acceso abierto al conocimiento, y el desarrollo ilimitado del mismo, nos pone a todos de aquí en adelante en claro peligro de extinción, entonces el sentido común demanda que nosotros reexaminemos nuestra reverencia por el conocimiento. Si pudiéramos estar de acuerdo, como especie, en lo que queremos, hacia dónde nos encaminamos y por qué, entonces podríamos hacer de nuestro futuro algo mucho menos peligroso... Entonces podríamos entender lo que podemos y debemos abandonar. Si el curso de la humanidad pudiera ser determinado por nuestros valores colectivos, nuestra ética y nuestra moral, y si hubiéramos ganado más sabiduría colectiva durante los últimos milenios, entonces el diálogo con este fin sería algo práctico, y los increíbles poderes que estamos a punto de liberar no serían ni remotamente tan preocupantes. Uno pensaría que podríamos ser conducidos a semejante diálogo por nuestro instinto de auto-preservación. Los individuos tienen este deseo claramente, aunque como especie nuestro comportamiento no parece estar a nuestro favor. Las nuevas cajas de Pandora de