Agenda Cultural UdeA - Año 2002 JUNIO | Page 9

Fotografía de Antonio Betancur
ISBN 0124-0854
N º 79 Junio de 2002
uando Florentina Quintero llegó a la casa , como a las tres de la tarde , ya su tío había preguntado por ella varias veces . Por eso , no más la vio su madre , le dijo , al punto que le retiraba el pesado morral de la espalda : -Venga para acá esos cuadernos , hija , y corra a buscar a ese hombre que está como endemoniado .

Florentina Quintero

Por Mario Hernán Valencia Álzate
Este cuento de un integrante del Taller de Escritores de la Universidad de Antioquia , se presenta , aparte del tema de cada mes , para mostrar el trabajo de estos escritores noveles
-Pero , mamá : ¿ Acaso no sabe usted que tengo el hambre acumulada desde muy de mañana ? -Lo que pasa , hija , es que usted anda trayendo las yucas tal como se le empacan . Cuando más , apenas mordisquea alguna de ellas . - ¿ Y hasta cuándo será que nos va a durar esta pobreza , mamá ? -Tenga paciencia , hija . Dios es grande . Y bueno .
- ¿ Y hasta dónde llega su grandeza ? ¿ Hasta la finca del vecino ? ¿ Porqué él sí puede comer hasta hartarse , sin importarle el hambre de los demás ? ¿ A quién favorece Dios , mamá ? Bien se ha dicho que el que llena la barriga , se olvida del que no come . ¿ Y qué tan bueno es Dios ? ¿ Qué tanto , mamá ? ¿ No ve que ni siquiera le importa nuestra desgracia ? Según iba preguntando , Florentina desdoblaba las hojas de biao que envolvían las yucas pasadas por agua – sal . “¿ Es ésta la bondad de Dios , mamá ? ¿ Es ésta , ésta , ésta ?”, y , conforme lo iba diciendo , machucaba con sus propias manos los trozos de tubérculos cocidos , convirtiéndolos en un masato pegajoso que se iba esparciendo sobre la tabla que servía de comedor . A la madre , el horror provocado por la violenta explosión de su hija , le hacía
mantener la boca tan abierta que Florentina , desde su mediana estatura , alcanzaba a verle el paladar de pasta que daba forma y aseguraba su dentadura postiza . Cuando la madre pudo recobrarse del pasmo , apenas atinó a decirle : -Todavía no sabe nada de la pobreza . No la conoce usted todavía , Florentina Quintero – la llamaba así , con el apellido sumado al nombre , cuando el enojo se apoderaba de ella . -Sí que la conozco , mamá – respondió la hija- . Tiene cara de yuca . Y tiene una palidez igual a la de la yuca por dentro . Además , le produce a una desmayos muchos . Y se le acumula también a una en la mente , rebozándola . No le deja espacios a la memoria . Por eso , cuando la maestra pregunta por lo aprendido , muchas veces , ella , la pobreza , se esconde para que no la vean . Y se ríe frente a la incapacidad de una .