ISBN 0124-0854
N º 75 Febrero de 2002
Cuando arrojamos una mirada crítica sobre la partitura de Pelléas et Melisande, descubrimos que la sustancia musical de esta ópera es tenue, a veces titilante, a veces atenuada casi hasta la extinción aunque nunca completamente desfalleciente y se afirma hasta algún grado solamente en los preludios e interludios instrumentales, A veces Debusy parece repercutir una postura, repitiendo sin razón un gesto armónico, colorido y agradable y no puede parar de jugar con pinceladas de color, pero todo esto le queda muy bien. Hay pasajes donde esos colores no son reales, donde procedimientos musicales medievales atávicos procuran una luz mágica, en forma no menos atractiva Es la orquesta la que realmente crea los ambientes y aporta toda la sustancia musical que allí se halla, con la ayuda de leitmotiven! Así el alardeado antiwagnerismo de Debusy se subvertía y su música hacía evidente, aunque en forma completamente diferente, exactamente lo que el compositor francés quería evitar. Su música es impresionista porque está regida, no por la magnífica planificación sinfónica de Wagner, sino por los sentimientos del momento; sus cuadros no están diseñados pero están compuestos por líneas torneadas e intrincadas. La composición está hecha de esbozos, toca todo levemente y pasa flotando sobre las cosas; es lirica, no dramática … No sentimos aquí el agrupamiento efectivo y el desarrollo de los sucesos, el argumento; las escenas individuales simplemente se desvanecen en la forma, en desafíos de cualquier análisis. Es un error el que Pelléas et Melisande no sea una auténtica ópera, no sólo una peculiaridad, Fue creada por un compositor para quien la belleza sensual y hedonística es más importante que el peso de las declaraciones; por esotérica y real y altamente estilizada que parezca, esta ópera captura la belleza de la relación humana y no está menos comprometida con las inmensidades y eternidades por el hecho de que su inmaterialidad y expresividad sean estrechas.