ISBN 0124-0854
N º 85 Diciembre de 2002 además del héroe de los cuentos para los muchachos de la escuela dominical –, que siempre se levante de buena gana ? Hay algunos hombres para quienes levantarse en el momento apropiado es una imposibilidad absoluta . Si a las ocho deben levantarse , duermen hasta las ocho y media . Si las circunstancias cambian y las ocho y media se vuelve temprano para ellos , entonces son las nueve antes de que puedan despertarse . Son como el estadista de quien se dijo que siempre llegaba puntualmente tarde por media hora . Prueban toda forma de soluciones . Compran despertadores ( invenciones arteras que se apagan en el momento equivocado y alarman a las personas equivocadas ). Le dicen a Sarah Jane que golpee la puerta y los llame , y cuando Sarah Jane golpea a la puerta y los llama , gruñen " awri " y se duermen de nuevo confortablemente . Yo conocí a un hombre que realmente conseguía pararse y tomar un baño frío ; pero inclusive eso era inútil , pues después él se metía de nuevo en la cama para calentarse .
Pienso que yo podría muy bien mantenerme fuera de la cama , si consiguiera salir de ella . Es el apartar la cabeza de la almohada lo que encuentro tan difícil , y , sin importar la fuerza de la determinación antes de acostarse , no se hace más fácil . Me digo a mí mismo , luego de haber malgastado la tarde entera : " Bien , no haré más trabajo por está noche , y me levantaré mañana temprano "; y estoy completamente resuelto a hacerlo … en ese
momento . Por la mañana , me siento mucho menos entusiasta con respecto de la idea , y reflexiono que hubiera sido mejor si hubiera permanecido despierto la noche anterior . Y , por supuesto , se presenta entonces el problema de vestirse , y , mientras más uno piensa sobre él , más quiere aplazarlo .
Es una cosa extraña esta cama , esta tumba fingida , donde estiramos nuestros miembros cansados y nos hundimos calladamente en el silencio y el descanso . " Oh cama , oh cama , deliciosa cama , cielo en la tierra para la cabeza cansada ”, como cantó el pobre Hood , tú eres una enfermera vieja y amable para nosotros los muchachos y muchachas irritables . Al diestro y al tonto , al malo y al bueno , tú nos tomas a todos en tu regazo maternal y arrullas nuestros gritos caprichosos . Todos – el hombre fuerte lleno de cargas , el hombre enfermo lleno de dolor , la pequeña doncella que solloza por su amante infiel – ponemos como niños nuestras cabezas adoloridas en tu pecho blanco , y tú nos confortas suavemente .
Nuestro problema se hace de hecho penoso cuando nos rechazas y no nos confortas . ¡ Cuán lejos parece el alba cuando no podemos dormir ! ¡ Oh ! Esas noches horrorosas en que nos sacudimos y nos volteamos entre la fiebre y el dolor , cuando yacemos , como hombres vivientes entre los muertos , mirando fijamente cómo se mueven en una lenta deriva las horas oscuras que nos separan de la luz . Y ¡ oh ! aquellas noches todavía más horrorosas en