Agenda Cultural UdeA - Año 2002 DICIEMBRE | Page 23

ISBN 0124-0854
N º 85 Diciembre de 2002
Podrá decirse que , en tanto que un poco de ocio es agradable , los hombres no sabrían qué hacer para llenar su tiempo si tuvieran solamente cuatro horas de trabajo de las veinticuatro . En tanto que ello pueda ser cierto en el mundo moderno , es una condenación de la civilización nuestra ; podría haber sido falso en épocas pasadas . Había antes una capacidad para la alegría y los juegos que en cierta extensión ha sido ahogada por el culto a la eficiencia . El hombre moderno piensa que todo ha de hacerse con alguna finalidad determinada , y nunca porque sea ya una finalidad en sí . Las personas serias , por ejemplo , están condenando continuamente el hábito de ir al cine , y nos dicen que induce al crimen a los jóvenes . Pero todo el trabajo necesario para construir un cine es respetable , porque es trabajo y porque produce beneficios económicos . La noción de que las actividades deseables son aquellas que producen beneficio económico lo ha puesto todo patas arriba . El carnicero que os provee de carne y el panadero que os provee de pan son merecedores de elogio , porque están ganando dinero ; pero cuando vosotros disfrutáis del alimento que os han suministrado , sois meramente frívolos , a menos que comáis tan sólo a fin de obtener energías para vuestro trabajo . Dicho sea en un sentido amplio , se sostiene que ganar dinero es bueno y gastarlo es malo . Teniendo en cuenta que son dos aspectos de una misma transacción , esto es absurdo ;
del mismo modo podríamos sostener que las llaves son buenas , pero q ue los ojos de las cerraduras son malos . Cualquiera que sea el mérito que pueda haber en la producción de artículos , debe derivarse enteramente de la ventaja que se obtiene consumiéndolos . El individuo , en nuestra sociedad , trabaja para conseguir un provecho , pero el propósito social de su trabajo radica en el consumo de lo que él produce . Este divorcio entre los propósitos del individuo y los sociales es lo que hace difícil para los hombres pensar claramente en un mundo en el que la obtención de beneficios es el incentivo de la industria . Pensamos demasiado en la producción y demasiado poco en el consumo . Uno de los resultados es que concedemos muy poca importancia al goce v a la felicidad simple , y que no juzgamos la producción por el placer que da al consumidor .
Cuando sugiero que las horas de trabajo deberían ser reducidas a cuatro , no intento decir con ello que todo el tiempo sobrante habría de ser malgastado necesariamente en puras frivolidades . Quiero decir que cuatro horas de trabajo al día deberían dar derecho al hombre a los artículos de primera necesidad y a las comodidades elementales en la vida , y que el resto de su tiempo debería poder emplearlo como creyera conveniente . Una parte esencial de tal sistema social sería que la educación se llevara más delante de