ISBN 0124-0854
N º 85 Diciembre de 2002 racional sería , tan pronto como las necesidades primarias y las comodidades elementales pudieran asegurarse para todos , reducir las horas de trabajo gradualmente , y permitir que una votación popular decidiera , en cada nivel , si se prefería más ocio o más bienes . Pero habiendo enseñado la suprema virtud del trabajo intenso , es difícil ver cómo pueden aspirar las autoridades a un paraíso en el que haya mucha ociosidad y poco trabajo . Lo más verosímil es que encuentren continuamente nuevos proyectos a causa de los cuales la ociosidad presente haya de sacrificarse a la producción futura . Recientemente he leído acerca de un ingenioso proyecto puesto en marcha por los ingenieros rusos para hacer que el Mar Blanco y la costas septentrionales de Siberia se calienten construyendo un dique a lo largo del Mar de Kara . Un admirable proyecto pero que probablemente causaría el aplazamiento del bienestar proletario por toda una generación , mientras que la nobleza del trabajo sería proclamada por los campos helados y entre las tormentas de nieve del Océano Ártico . Todo esto , si sucede , será el resultado de tener a la virtud del trabajo intenso como un fin en sí misma , más bien que como un medio , en un estado de cosas en el cual ya no es necesario tal trabajo intenso .
El hecho es que mover materia de un lado a otro , aunque en cierto grado es necesario para nuestra existencia , no es
enfáticamente uno de los fines de la vida humana . Si lo fuera , tendríamos que considerar a cualquier bracero superior a Shakespeare . En esta cuestión hay dos causas que nos han descarriado . Una es la necesidad de tener contentos a los pobres , que ha impulsado a los ricos , durante miles de años , a predicar la dignidad del trabajo , aunque teniendo buen cuidado de mantenerse indignos a este respecto . La otra es el nuevo placer del maquinismo , que nos hace deleitarnos en los asombrosos e inteligentes cambios que podemos producir en la superficie de la Tierra . Ninguno de esos dos motivos tienen gran atractivo para el que de verdad trabaja . Si le preguntáis qué es lo que juzga la mejor parte de su vida no os responderá , probablemente : “ Me agrada el trabajó físico porque me produce la sensación de que estoy dando cumplimiento a la más noble de las tareas del hombre y porque me gusta pensar lo mucho que el hombre puede transformar su planeta . Es cierto que mi cuerpo exige períodos de descanso , que tengo que pasar lo mejor que puedo ; pero nunca soy tan feliz como cuando llega la mañana y puedo volver a la tarea , en la que está mi contento ”. Nunca he oído decir estas cosas a los trabajadores . Consideran el trabajo como ha de ser considerado : un medio necesario para ganarse la vida , y sea cual fuere la felicidad que puedan disfrutar , la obtienen en sus horas de ocio .