ISBN 0124-0854
N º 85 Diciembre de 2002 doble número de alfileres que antes . Pero el mundo no necesita el doble número de alfileres ; los alfileres son tan baratos , que difícilmente podrá venderse alguno más a precio inferior . En un mundo sensato , todos los que estuvieran en relación con la manufactura de alfileres comenzaría a trabajar cuatro horas en lugar de ocho , y todo lo demás continuaría como antes . Pero en el mundo real esto se juzga desmoralizador . Los hombres continúan trabajando ocho horas ; hay demasiados alfileres ; los patronos quiebran , y la mitad de los hombres empleados anteriormente en la fabricación de alfileres son despedidos y quedan sin trabajo . Al final se produce tanta ociosidad como en el otro plan , pero la mitad de los hombres quedan absolutamente ociosos , mientras que la otra mitad trabaja demasiado . De este modo , queda asegurado que la inevitable ociosidad produzca miseria por todas partes en lugar de ser una fuente de felicidad universal . ¿ Puede imaginarse algo más insensato ?
La idea de que el pobre pueda holgar , siempre ha sido nefanda para los ricos . A principios del siglo XIX , la jornada normal de trabajo de un hombre era , en Inglaterra , de quince horas ; los niños hacían la misma jornada algunas veces , y , por lo general , trabajaban doce horas al día . Cuando los entremetidos fisgones apuntaron que quizá tal número de horas fuese más bien largo , les dijeron que el trabajo aleja a los adultos de
la bebida y a los niños del mal . Cuando yo era niño , poco después de que los trabajadores urbanos hubieran adquirido el voto , la ley estableció ciertas fiestas públicas , con gran indignación de las clases elevadas . Recuerdo haber oído a una anciana duquesa decir : “¿ Para qué quieren las fiestas los pobres ? Deberían trabajar ”. Hoy , las gentes son menos francas , pero el sentimiento persiste , y es la fuente de gran parte de nuestra confusión económica .
Consideremos por un momento francamente , sin superstición , la ética del trabajo . Todo ser humano , necesariamente , consume en el curso de su vida cierto volumen del producto del trabajo humano . Suponiendo , como podemos hacerlo , que el trabajo es , en conjunto , desagradable , resulta injusto que un hombre consuma más de lo que produce . Por supuesto que puede prestar algún servicio en lugar de producir artículos de consumo , como sería el caso de un médico , por ejemplo ; pero algo ha de aportar a cambio de su manutención y alojamiento . Hasta aquí , el deber de trabajar ha de ser admitido ; pero solamente hasta aquí .
No he de insistir en el hecho de que , en todas las sociedades modernas , aparte de la U . R . S . S 2 ., muchas personas
2 Hay que recordar que Russell escribió este texto
quince años después de la Revolución Rusa , cuando la U . R . S . S . era todavía joven . ( Nota del editor )