Agenda Cultural UdeA - Año 2002 DICIEMBRE | Page 15

ISBN 0124-0854
N º 85 Diciembre de 2002 sino también los que dan consejos acerca de cómo deben darse las órdenes . Generalmente , dos grupos organizados de hombres dan simultáneamente dos clases opuestas de consejos ; esto se llama política . La destreza requerida por esta clase de trabajo no es el conocimiento de los temas acerca de los que ha de darse consejo , sino el conocimiento del arte de hablar y escribir persuasivamente ; esto es , del arte de la propaganda .
Por toda Europa , aunque no en Norteamérica , hay una tercera clase de hombres , más respetada que cualquiera de las clases de trabajadores . Son hombres que , merced a la posesión de las tierras , pueden hacer que otros paguen por el privilegio de que les permitan existir y trabajar . Los terratenientes son gentes ociosas , y por ello cabría esperar que yo los elogiara . Desgraciadamente , su ociosidad solamente es posible gracias a la industria de otros ; efectivamente , su deseo de confortable ociosidad es históricamente la fuente de todo el evangelio del trabajo . Lo último que podrían desear es que otros siguieran su ejemplo .
Desde los comienzos de la civilización hasta la revolución industrial , un hombre , por lo común , podía producir , trabajando duramente , poco más de lo necesario para su propia subsistencia y la de su familia ; aunque su mujer tuviera que trabajar , por lo menos , tan
duramente como él , y sus hijos hubieran de aportar su trabajo tan pronto como iban siendo bastante mayores para ello . El pequeño sobrante sobre las necesidades escuetas no era para los que lo producían , sino que se lo apropiaban los guerreros y los sacerdotes . En tiempos de hambre no había sobrante ; los guerreros y los sacerdotes , sin embargo , se apoderaban de tanto como en otros tiempos , con el resultado de que muchos de los trabajadores se morían de hambre . Este sistema persistió en Rusia hasta 1917 ii , y todavía persiste en el Este ; en Inglaterra , a pesar de la revolución industrial , se mantuvo con toda fuerza a lo largo de las guerras napoleónicas y hasta hace cien años , en que adquirió poderío una nueva clase de industriales . En Norteamérica , el sistema terminó con la revolución , excepto en el sur , donde continuó hasta la guerra civil . Un sistema que ha durado tanto tiempo y que terminó tan recientemente ha dejado , como es natural , una impresión profunda en los pensamientos y opiniones del hombre . Mucho de lo que damos por supuesto acerca de la pertinencia del trabajo se deriva de este sistema , y siendo éste preindustrial , no se adapta aquello al mundo moderno . La técnica moderna ha hecho posible , dentro de ciertos límites , que el ocio sea no la prerrogativa de pequeños grupos privilegiados , sino un derecho repartido igualmente por toda la comunidad . La moralidad del trabajo es una