ISBN 0124-0854
N º 85 Diciembre de 2002
un negocio que quiebra , perjudica a los demás tanto como a sí mismo . Si gasta su dinero – digamos – ofreciendo reuniones a sus amigos , podemos esperar que aquéllos disfruten , como disfrutarán todos aquellos con quienes gastó su dinero : el carnicero , el panadero y el contrabandista de alcohol . Pero si lo gasta , digamos , en tender rieles para tranvías en un lugar donde los tranvías resultan innecesarios , habrá encauzado una gran masa de trabajo por caminos donde no produce placer a nadie . Sin embargo , cuando cae en la miseria a causa del fracaso de su inversión , se le mira como una víctima de la desgracia inmerecida , en tanto que el alegre derrochador , que gastó su dinero filantrópicamente , será despreciado como persona alocada y frívola .
Pero – se me dirá – el caso es completamente distinto cuando los ahorros se invierten en empresas industriales . Cuando tales empresas tienen éxito y producen algo útil , puedo concederlo . En los tiempos actuales , sin embargo , nadie negará que muchas empresas fracasan . Ello significa que una gran cantidad de trabajo humano , que hubiera podido dedicarse a producir algo disfrutable , se malgastó produciendo máquinas que , una vez construidas , permanecen inactivas y no hacen bien a nadie . El hombre que invierte sus ahorros en
Todo esto son preliminares . Quiero decir , con toda seriedad , que la creencia en la virtuosidad del TRABAJO está haciendo mucho daño al mundo moderno , y que el camino de la dicha y la prosperidad está en una organizada disminución de aquél .
Ante todo , ¿ qué es el trabajo ? Hay dos clases de trabajo : primero , alterar la posición de la materia de la superficie de la tierra con relación a otra materia ; segundo , mandar a otras personas que lo hagan . La primera clase de trabajo es desagradable y está mal pagada ; la segunda es agradable y muy bien pagada . La segunda clase es susceptible de extenderse indefinidamente ; no solamente están los que dan órdenes ,