Agenda Cultural UdeA - Año 2002 AGOSTO | Página 9

ISBN 0124-0854
N º 81 Agosto de 2002 la imagen y el mensaje de que la mujer es fuerte y vigorosa, las atletas siguen sufriendo las consecuencias de la mayor atención que se presta siempre a los deportes tradicionalmente femeninos, como el patinaje artístico o la gimnasia. La natación sincronizada y la gimnasia rítmica son incorporaciones recientes del programa olímpico, añadidas en 1984, mientras que el voleibol playa figuró como prueba olímpica en los Juegos de 1996. En estos añadidos al programa olímpico resulta evidente una especial atención a la elegancia y el aspecto físico.
La creciente preocupación de las mujeres por la delgadez y por la buena forma física en el sentido « cosmético » constituye un obstáculo para el progreso del deporte femenino. El movimiento del fitness ha sido un importante incentivo para que muchas mujeres comenzaran a practicar ejercicios físicos. En varios países del mundo, este tipo de actividades y ejercicios no competitivos han
sido el aspecto más importante de los programas gubernamentales y privados en los años 80 y principios de los 90. La participación en estas actividades ha permitido a muchas mujeres desarrollar fuerza, destreza física y control sobre su cuerpo. Para otras, en cambio, el único propósito de la actividad física ha sido perder peso y desarrollar un físico capaz de llamar la atención. La feminización de la actividad física encarnada recientemente por el movimiento del fitness ha sido una traba para el desarrollo progresivo del deporte femenino. Esta moda ha afectado la actividad física y el deporte en dos sentidos: a) muchas mujeres han pospuesto su participación en actividades deportivas hasta estar suficientemente delgadas para tener el aspecto « correcto » y poder usar las prendas de vestir « adecuadas »; y b) muchas de las que han participado en actividades deportivas han combinado estas prácticas con una conducta patogénica de
control del peso que les ha llevado a privarse de nutrientes necesarios.
Uno de los aspectos más delicados de la participación de la mujer en el deporte es lo que el Colegio Americano de Medicina Deportiva denomina la triada femenina( USA Gymnastics, 1995). El nombre hace alusión a la interrelación entre trastornos de la conducta alimentaria, amenorrea y osteoporosis, un cuadro que puede producir trastornos graves de la salud. Según Shona Bass, investigadora que ha estudiado la situación de las gimnastas prepúberes en el Victorian Institute of Sport en Australia: « Para las niñas, el ejercicio físico es muy importante durante toda la infancia, ya que podría ser la única forma de incrementar sustancialmente su masa ósea máxima y reducir así el riesgo de osteoporosis »( The Australian, 24 / 7 / 1996). Bass ha observado que la concentración de calcio en el esqueleto de las gimnastas era hasta un 30 % superior que en