ISBN 0124-0854
N º 71 Septiembre de 2001 represión política y el conformismo conspiraron para asfixiar las tendencias que pretendían renovar la tradición. Actualmente los grupos integristas siguen una doctrina acorde con el hambalismo, postulada por Ibn Wahab, que ataca toda innovación tachándola de zanna( vana especulación). El wahabismo, predominante en Arabia Saudita, se ha extendido a otros países y financia el resurgir islámico usando cualquier medio de acuerdo a sus intereses; todo esto en las narices de Estados Unidos,“ campeón” antiterrorista mundial. De otro lado muchos partidos islamistas que luchan contra el colonialismo, gobiernos corruptos y dictaduras, son estigmatizados por la propaganda del mundialismo usurero. Los intereses creados de las potencias y las oligarquías, confluyen en instrumentalizar la religión como arma de dominio, explotando el escándalo barato y la crueldad cínica.
Agreguemos las nefastas consecuencias de la persecución ejercida contra los intelectuales, las feministas, los reformistas religiosos y las minorías etno-religiosas( kalash de Pakistán, dinkas de Sudán, kurdos yezidis en Irak y Turquía). El resultado: esterilidad creativa en todos los campos de la cultura y la ciencia, a pesar de que por tantos siglos el Islam llevara una indiscutible delantera cultural respecto a los países cristianos; por no mencionar las restricciones en las herramientas informáticas( Internet, telecomunicaciones, etc.). Tales hechos afectan
negativamente la relación que las naciones islámicas tienen con el resto del planeta, prevaleciendo el enfoque reactivo, o sea una postura defensiva expresada de manera destructiva. En el mundo“ desarrollado” – América y Europa –, los medios sólo muestran del Islam los sucesos“ sensacionales”, que usualmente son malas noticias protagonizadas por“ fundamentalistas” musulmanes. La perversa simbiosis entre los periodistas amarillistas y los terroristas favorece la estigmatización del Islam, dando lugar al racismo y a las agresiones que soportan los inmigrantes musulmanes en Europa y Norteamérica.
Por todos los factores anteriores, la situación del Islam es una cuestión abierta y decisiva para la paz y el progreso mundial. Su correcta resolución exige responder satisfactoriamente tres interrogantes que trascienden las falsas disyuntivas: ¿ Cuál es la esencia del Islam? ¿ Corresponde el fundamentalismo a esa esencia? ¿ Es posible el diálogo y la cooperación entre musulmanes y no musulmanes?
II. EN POS DEL ISLAM
“ No puedo tildar a un hombre de“ integrista” porque no comparte mi cultura, mi fé o mi incredulidad. Su“ integrismo” no se puede definir sino a partir de las coordenadas de su propia fé: ¿ Es infiel y parcial en relación con el
mensaje que proclama?” 1 Esta cita nos ubica sobre la pista correcta: inquirir en el corazón del Islam para saber si éste predispone o no a sus fieles hacia actitudes intransigentes. Porque si los partidos fundamentalistas representan efectivamente el Islam genuino, el Corán y la tradición los avala. En caso contrario, la mejor forma de combatir el integrismo consiste precisamente en evidenciar a través de los mismos principios islámicos – de acuerdo a la tradición y a la historia –, la falsedad de la supuesta ortodoxia de los“ fundamentalistas”.
Esta perspectiva es compatible con el“ relativismo cultural”, que aconseja, para obrar honestamente, juzgar a las otras culturas según sus propios parámetros. Esto no significa renunciar al juicio crítico – y mucho menos tolerar abusos patentes – simplemente porque las creencias y costumbres sean relativas. Implica, más bien, esclarecer la propia mirada y buscar el consenso, partiendo de los intereses comunes y no de valores impuestos.
Creencia y Culto
Todo musulmán es un Abd-Allah(“ esclavo de Alá”) que debe cumplir cinco prescripciones. Estas constituyen los Pilares de la Observancia( arkan) y son:
1. Repetir el credo( Shahada):“ No hay más Dios que Allah y Muhammad es su mensajero”( Sura 33:40).
1 Garaudy Roger, Los integrismos. 1991 Ed. Trotta, Madrid