ISBN 0124-0854
N º 71 Septiembre de 2001 mundo musulmán( Naslima Tasri y otros).
Ahora bien, si uno no es musulmán y trata de hacer un análisis sobre la cultura musulmana, podría afrontar la incomprensión de los creyentes
– no necesariamente fanáticos –, que le acusarían de etnocentrismo por expresarse desde una perspectiva viciada por los prejuicios inherentes a la condición de ateo, agnóstico, judío, cristiano o pagano … es decir“ infiel”. Asimismo provocaría la indignación de muchos mandarines cientifistas que no tolerarían una mirada sobre el Islam que no fuera desde parámetros estrictamente materialistas. ¡ Es increíble la cólera desatada cuando se desmitifica al ogro integrista!… Aunque resulta comprensible, pues al hacerlo se desenmascara la doble moral de Occidente y sus clientes, que señalan la paja en el ojo ajeno sin notar la viga incrustada en el propio. Lo justo es usar el mismo rasero para todos los extremistas, sean estos cristianos, judíos, hinduistas o de cualquier otra religión.
Estos choques entre imaginarios culturales son sumamente delicados, debido a que inciden directamente en la comunicación intercultural, pero sería ingenuo atribuirlos simplemente a una mala percepción de los pueblos musulmanes, cuando en realidad existen factores negativos que mantienen a las naciones islámicas sumidas en una aguda crisis.
Actualmente el Islam soporta una fuerte tensión entre dos tendencias
contradictorias: por un lado una espectacular expansión en África y Occidente; por el otro, una notoria contracción interna que se manifiesta en la xenofobia y el auge de las ideas retardatarias. El Islam enfrenta su propia disyuntiva entre dos falsos extremos: integrismo o asimilación; lo que implicaría, en la práctica, continuar la lógica de confrontación cada vez más estridente con las otras culturas o convertirse por entero a cosmovisiones ajenas. Lo terrible, es que resulta obvio que si no se resuelve constructivamente este dilema entre apertura y retraimiento, la sociedad musulmana sufrirá una implosión, acarreando grandes consecuencias para sí misma y sus vecinos.
Los países musulmanes contemporáneos sufren el acoso de la miseria, el hambre, el analfabetismo, la tiranía y la falta de liderazgo, a pesar de algunas honrosas excepciones en el Golfo Pérsico y el Sureste Asiático( Bahrein, Omán, Malasia, Brunei, entre otros). Esto se explica por el fracaso de las estrategias de modernización, impuestas por élites políticas más o menos occidentalizadas. A pesar de las buenas intenciones, lo cierto es que no se ha logrado alcanzar el objetivo de un buen nivel de vida, libertad, y desarrollo tecnológico y científico. La respuesta natural de las masas de estos países“ subdesarrollados” consiste en culpar a las ideas extranjeras de todos los males, olvidando la gran responsabilidad de las cleptocracias locales –
clérigos, terratenientes y militares –, poco interesadas en favorecer el surgimiento de la sociedad civil y satisfacer las necesidades básicas. Esta situación es capitalizada por supuestos islamistas que atizan la hostilidad contra cualquier tipo de reforma, e involucran a sus pueblos en confrontaciones bélicas, tanto contra otras etnias musulmanas como contra otras religiones( Guerra del Golfo y conflicto entre musulmanes indonesios y católicos timoreses).
Esencialmente el Islam consiste en entregarse confiadamente a Dios, y persistir contra viento y marea en tal actitud: los llamados“ integrismos” y“ fundamentalismos” son categorías cristianas que designan las actitudes antimodernistas de católicos y protestantes conservadores, pero que actualmente se usan sólo como remoquete“ exclusivo” de los“ bárbaros” musulmanes. En ese mismo sentido los intereses de casta de algunos letrados musulmanes y las escuelas por ellos representadas buscan mantener una versión del Islam acorde al costumbrismo tribal. A partir del siglo XIV la escuela Hanbalí se impuso como una reacción contra el intelectualismo de las escuelas liberales, y esta interpretación antirracionalista logró el apoyo de los nuevos imperios musulmanes( ayyubíes, meriníes y otomanos); incluso la especulación mística( sufíes) fue atacada como exageración herética. El agotamiento del canon cultural islámico, la