Agenda Cultural UdeA - Año 2001 OCTUBRE | Page 4

ISBN 0124-0854
N º 72 Octubre de 2001

Que los vietnamitas comen sesos de mono o que los alemanes toman cerveza de un modo inaudito: he aquí nada más que un par de frases hechas, lamentables expresiones de cajón donde toda perspicacia ha sido devorada por un ávido comején. Y sin embargo, ése es el mundo que existe en nuestras cabezas: en una proyección de imágenes convencionales, los chinos se atragantan de arroz, los franceses llevan boina y un larguísimo pan bajo el sobaco, los mexicanos ⎯con su gran sombrero⎯ duermen una borrachera de tequila recostados a un cactus espinoso, y los españoles van por la calle quejándose en clave de «¡ Coño!» a la menor provocación.

Infinidad de planes turísticos vendidos a fuerza de folclorismo, muchas películas donde aparece Indiana Jones y la más infernal seguidilla de sus émulos ⎯todos descubridores de templos perdidos donde danzan los monos⎯, miles de fotografías en que los amigos aparecen trajeados a lo“ Martín Fierro” cabalgando en una pampa gigantesca, y los hiperbólicos relatos de quienes no han ido al otro lado del mundo sólo para contar naderías, todo eso, en fin,
ha hecho que, a fuerza de asombrarnos una y otra vez, se nos haya estropeado el aparato de la comprensión, con la consecuente hipertrofia de la glándula de la estupidez, hoy en día pesada y voluminosa como una inútil y gigantesca próstata escocida.
Nos agrada la fauna humana de otras regiones del orbe sólo a condición de que la extrañeza se presente intacta. Aceptaremos como egipcio sólo a aquél que confiese haber sido guía en las pirámides y conocer al dedillo hasta el último recoveco de los célebres monumentos, tan llevados y traídos en los afiches promocionales de las aerolíneas. Pero ese exotismo nos pierde, y llega el momento en que resumimos lo mejor de ser árabe en la experiencia de montar un camello, o bien creemos que el secreto de ser italiano se encierra en el hecho de sorber espaguetis como un poseso. Por vía de un espejismo cándido elevamos lo pintoresco a la categoría de fundamental, y así, creyendo comprender el quid de la diversidad, no hacemos otra cosa que confiarnos a un lamentable disparate, del mismo modo que un jugador jactancioso apuesta lo mejor de su bolsillo a los naipes equivocados. No otra cosa son los estereotipos, y refiriéndose a los que pesan sobre las culturas latinoamericanas, Juan