Agenda Cultural UdeA - Año 2001 NOVIEMBRE | Page 3

ISBN 0124-0854
N º 73 Noviembre de 2001

EL PALPITAR DE LA VIDA

Un gran violinista y un gran investigador nos brindan en este fragmento de su obra La música del hombre, una reflexión esencial para entender la relación del hombre con la música a lo largo de la historia
Yehudi Menuhin y Curtis W. Davis

La música es nuestra forma de expresión más antigua, más aún que el lenguaje o la pintura; se inicia con la voz y con nuestra necesidad avasalladora de establecer contacto con los demás. De hecho, la música es el hombre en mayor medida que las palabras, pues éstas son símbolos abstractos que sólo trasmiten un significado factual. La música toca más profundamente nuestros sentimientos que la mayoría de las palabras y nos hace responder con todo nuestro ser. Este libro trata de ese don humano único, creativo y recreativo a la vez, que se basa en nuestra capacidad para combinar el descubrimiento con la memoria. Mientras exista el género humano, la música será esencial para nosotros. Creo que necesitamos música en igual medida que nos necesitamos unos a otros.

Por muy largo tiempo hemos hecho música. Hallazgos arqueológicos sugieren que el hombre primitivo ya empleaba crótalos, tambores y flautas mucho antes de la última era glacial. Ignoramos la finalidad precisa de esos instrumentos de hace 300 siglos, pero podemos imaginarlos en ceremonias y rituales tanto sagrados como profanos. El conocimiento más preciso comienza con China, que para el año 3.000 a. de J. C. ya había elaborado teorías musicales muy refinadas. La música occidental surgió mucho más recientemente; salvo en el caso
de Grecia, no se había desarrollado al iniciarse la era cristiana. Roma tomó casi toda su música de los territorios conquistados. Tras la caída de Roma, la música occidental languideció, adulterada por influencias del pasado.
Toda mi vida he interpretado la música de Johann Sebastian Bach, compositor cuya pureza expresa nuestra ética más elevada, nuestra moralidad más vigorosa, nuestros más nobles sentimientos. Nos despoja de nuestro yo mezquino, nos habla de un hombre en paz consigo mismo y con Dios, y refleja el ritmo de una sociedad que ha consolidado su fe y su seguridad. Esta música está en la cumbre de la capacidad humana para el descubrimiento y la invención. Yo podría afirmar que la música es un espejo del proceso mismo del pensamiento. Es evidente que los ritmos reiterados y las secuencias de notas ayudaron a establecer el principio de reconocimiento y comparación, sirviéndose de la memoria y del método de tanteos. Todos los sistemas simbólicos que utilizamos para investigar el mundo y a nosotros mismos se pueden encontrar en la música. La fuga, por cierto, es la ejemplificación del pensamiento, pues recurre a la comprobación y al replanteamiento, a la analogía y al refinamiento de la memoria.