ISBN 0124-0854
N º 73 Noviembre de 2001
Presentación
Amenudo se dice que la música es la reina de las artes . No es un título inmerecido . La palabra y la imagen tienen una limitación esencial : remiten a lo concreto , a lo real , por su misma naturaleza ; sólo con esfuerzo y talento pueden el escritor , el pintor o el escultor dar a su obra un significado que remita al reino de lo nunca visto , antes que a algún fenómeno particular . La música no tiene esa limitación , pues ella es , en sí misma , una construcción con los volátiles ladrillos de la abstracción .
Al mismo tiempo , paradójicamente , la música es el arte más cercano a la ciencia . Hay una relación matemática compleja entre los sonidos , que implica disonancia o concordancia , y el modo en que éstos pueden relacionarse está tan ligado a las leyes de la combinatoria como los cromosomas en la genética . No en vano el lenguaje de la profesión musical es tan específico como el de cualquier ocupación científica .
¡ Es tan difícil definir a la música ! Sus componentes parecen siempre evadirnos . Hay una relación tan íntima entre el cerebro humano y el ritmo que no podemos discernirla . Sabemos que todo en el universo tiene su propia melodía , que nada está silencioso si se escucha con el instrumento apropiado ; sabemos que el ritmo está ligado a la vida , que oímos nuestra primera música inclusive desde antes de nacer , en los latidos del corazón de nuestra madre . Y aun así , no somos capaces de explicar del todo por qué la música nos fascina tanto a los humanos , por qué es capaz de invocar a nuestras emociones como brisa o huracán .
En todas las culturas humanas la música tiene un valor esencial . Los pueblos primigenios creían que estaba ligada a los espíritus inmateriales , y desde nuestro ayer más remoto la música cumple un papel irremplazable para unir a la comunidad con su presente , su pasado y su futuro . La música está unida también al espíritu individual , como sabemos por el efecto que nos causa , bien sea que estemos enamorados o solitarios , desesperados o ilusionados .
En Bach y el mapalé , en Bartok y U2 , en Ravi Shankar y Bob Marley , hay un valor común . La música nos acerca a la parte más profunda de nuestro ser , esa parte que no funciona con palabras , que comparte el ritmo con los planetas y las galaxias , y que está construida con el mismo material con que se hacen los sueños .
La Revista Agenda Cultural Alma Máter quiere hoy dedicar este número a todos los músicos , sin importar su género o tendencia , como agradecimiento por su esfuerzo y trabajo , que le permiten a la humanidad recordar cada día que no es sólo carne , sino también espíritu .