ISBN 0124-0854
N º 73 Noviembre de 2001 cultura en lugar de la violencia y la droga, para que se sientan orgullosos de ser colombianos”, dice, antes de explicar que algunos grupos se centran en protestar contra el gobierno, los ricos o Estados Unidos. Para ella, la imagen gangsta que se tiene de numerosos raperos estadounidenses no es más que una maniobra comercial de escaso interés.
Quise saber si se identifica como persona de color y si ello influye en sus“ propuestas”, así que le pregunté a qué negros colombianos admira:“ A mi padre”, respondió,“ por todo lo que ha hecho para educarnos”. Cuando le pedí más nombres, me replicó:“¿ Pero tienen que ser negros?”, y, limitando su respuesta a“ gente en general” mencionó a las raperas de Estados Unidos TLC y al grupo Salt n’ Peppa.
Barquero admite las dificultades de ser mujer y de raza negra:“ Sientes que los otros grupos y el público se preguntan si lo podemos hacer, así que nosotras les mostramos que sí”. Además, se ve a sí misma como una especie de embajadora potencial: de aquí a cinco años espera poder recorrer todo el país llevando su mensaje de no violencia. Aunque todavía no ha pensado en cómo superará una barrera importante: el dinero.
Hablando de las escasas gratificaciones financieras que proporciona el hip – hop, Luis Felipe Jaramillo, de Discos Fuentes, nos cuenta una experiencia que vivió
hace dos años cuando era productor de grupos de rap. Su casa de discos no apreciaba las letras“ que atacaban a Estados Unidos y a los conquistadores españoles”, así que decidió difundir sus discos bajo otro nombre: Factory Records.
“ Lanzamos ese proyecto sobre todo para ayudar a los grupos”, dice Jaramillo. Sólo se hicieron 1.000 copias del disco,“ y se vendieron muchas menos”. Por eso, Discos Fuentes ya no se embarca en grandes producciones en materia de rap, exceptuando Latinos en la Casa, que cantan sobre temas como Juan Pablo Montoya, el joven piloto colombiano que recientemente ganó la carrera de autos Indianápolis 500, del que se editarán 1.500 copias. Ni siquiera Gotas de Rap, uno de los grupos más populares de Colombia, ha logrado hacer tiradas de más de 5.000 compactos.
Orlando Cajamarca, un director de escena que lleva 14 años haciendo teatro para los 150.000 niños de Aguablanca, se pregunta por el futuro del rap en Colombia más desde un punto de vista cultural que económico. Para él, el rap forma parte de la globalización, y de hecho llegó a Colombia en los diez últimos años de la mano de la televisión por cable.“ Hasta los tugurios más pobres tienen televisión”, recalca.
Patricia Ariza, productora del grupo Gotas de Rap, no está de acuerdo.“ El hip – hop es una alternativa cultural valiosa para los sectores marginales de la
sociedad”, dice, destacando su fe en el futuro financiero de esta música:“ El mundo comercial siempre demora mucho en reconocer al mundo alternativo, pero tarde o temprano lo hace.”
CIBERJUVENTUD MUSICAL Micz Flor, director de formación del Centro de Medios de Comunicación Avanzados de Praga.
Internet brinda a los jóvenes rebeldes un arma ideal para herir a la industria musical en su talón de Aquiles: la propiedad intelectual. En esos círculos contestarios, desde hace tiempo la piratería se considera algo digno de aplauso. Ya en los años setenta, las firmas discográficas punks adoptaron el eslogan:“ Las copias caseras están matando la industria del disco: no abandonemos la batalla.” Sin embargo, por su difícil distribución, la piratería en cintas magnéticas no constituía una amenaza para las grandes compañías. Y aunque se crearon circuitos independientes de distribución por correspondencia, nunca fueron un peligro para nadie.
Hoy, grupos de jóvenes subversivos conocen Internet al dedillo y han puesto de rodillas a la industria cultural. El formato MP3 permite comprimir y archivar CD en pequeños ficheros accesibles en Internet. Para descargar una canción y escucharla basta con un modem, una línea telefónica y una computadora. Este acceso a los mismos canales de distribución que las