Agenda Cultural UdeA - Año 2001 NOVIEMBRE | Page 12

ISBN 0124-0854
N º 73 Noviembre de 2001

MÚSICA:

LA JUVENTUD MARCA EL RITMO
En el Correo de la UNESCO de julio de 2000 se incluyo un dossier, coordinado por Amy Otchet, sobre el análisis de distintas manifestaciones musicales juveniles. Presentamos a nuestros lectores la introducción del dossier y dos de sus excelentes textos.
EL CARTEL DEL RAP Y OTROS CUENTOS DE COLOMBIA Timothy Platt, periodista

E

n Cali, el hip – hop representa una búsqueda de identidad para los que no tienen voz.
En cuanto sugerí un lugar para hacer las fotos de los 15 raperos y breakdancers con quienes íbamos a encontrarnos en Aguablanca, Colombia, empezaron los problemas. Camino de la entrevista, había pasado en taxi delante de una peluquería de barrio con un póster del rapero estadounidense Tupac Shakur, asesinado en 1996, y cortes de pelo extrañísimos pintados en el escaparate y pensé que podría ser un buen decorado de fondo.
Pero en cuanto expuse mi idea, un muchacho apodado“ Maligno” me plantó cara y dijo:“ No pienso aceptar eso de los peluqueros. La gente dice que ellos están con nosotros porque hacen peinados hip – hop, pero no necesariamente es así, ¿ entendés?” Las quejas continuaron cuando llegamos a la peluquería y cuatro de los raperos señalaron el nombre de la peluquería con un dedo acusador:“ New American Power”. Lalo Borja, el fotógrafo, y yo mismo sugerimos inmediatamente buscar otro lugar.
Caminando por una callejuela cercana, traté de explicarles que quizá a los lectores de otros lugares del mundo les gustaría ver dónde viven.“ Vos querés ver la pobreza en la que vivimos, ¿ verdad?”, preguntó Puto, un joven con la cabeza llena de trencitas a lo rastafari.“ Aquí tenés”, dijo señalando una chabola al final de una calle polvorienta.
“ Apuesto a que quieren tomarnos una foto en frente
Concierto de música Folk. Tomado de À la découverte de l ´ Europe. Oficina de publicaciones oficiales de la Comunidad Europea. Luxemburgo, 1996. de esa casa, ¿ verdad?”. Discutimos así durante una hora, y al final Lalo, un colombiano con muchos viajes a sus espaldas, sudaba, y no precisamente por el calor.“ No es fácil trabajar con estos muchachos”, reflexionó.
Una versión original
Empecé a darme cuenta de lo que significa el hip – hop en Colombia: una búsqueda de identidad para los que no tienen otra manera de hacerse oír. Esos muchachos querían que las fotos de Lalo mostraran exactamente quiénes eran, hasta el último detalle. Hablan“ la lengua de los guetos del mundo”, como me explicó después Carlos Andrés Pacheco, rapero y productor musical de 23 años, aunque en su propia versión: urbana, sudamericana, colombiana. Esto puede significar incluir en una melodía ritmos típicos de la salsa de Cali, o incluso hacer raps sobre el narcotráfico que hace estragos en la sociedad colombiana.
Aguablanca, situada en lo que antes eran tierras pantanosas en la margen sur de Cali, la segunda ciudad del país, es hoy una de las mayores“ invasiones” de América Latina, zonas en la periferia de las grandes ciudades donde la población busca refugio de la violencia rural y la