ISBN 0124-0854
N º 67 Mayo de 2001 ejemplo.
Entonces dicen, o explican, para ser más precisos, con una lucidez que ni siquiera conviene al momento, por ejemplo que a un amigo tuyo, llamado Adán Quispe, le van a dar una paliza tras otra en los Yu Es Ei de sus sueños compartidos contigo. No con ella, la brutalmente realista, para que cates otro poco más de la pena que ni siquiera sentirá. Dejan todo eso detrás, digamos.
Y digamos que tú entonces inventas siete millones de peleas de catchascan, haciendo por olvidarla como en aquella canción que oíste tan de paso, tan de fondo, tan de la superficie del dial de un radio. Y aún no sabes que la oíste mal y por eso has podido hacer que surja Kid Corralón, alias El Invicto. El que nunca será desnutrido, ni mucho menos enano, ni por supuesto enclenque, ni tampoco feo, ni muchísimo menos y jamás de los jamases cholo y peruanito.
Y estás en plena forma en
eso de andar haciendo por olvidarla. Serás mi ídolo, Adán. Al menos tú ganarás y tú campeonarás en lo tuyo: el karate. Mira que te fuiste ya casi sabiendo que yo habría de ser el gran catador de perdedor en lo que era todo mío: el amor. Corrijo, Adán: lo mío, todo lo mío, no era sólo el amor sino el amor corregido, es decir el amor por Tere. Pero bueno, voy haciendo por olvidarla y, tras haber convencido a mis amigos de que sé mucho de peleas en el ring, voy aprendiendo de la vida. Y primero voy cuesta arriba y estoy llegando a la meta cuando tú apareces en escena y te pasas de cinco en cinco las semanas sin perder.
Pero tengo miedo, Adán. Tengo pánico porque no me
están ayudando las pocas fotos que me mandas, cada una peor que la anterior, desde Nueva York. Pero realmente haciendo por olvidarla, aún voy ganando porque tú sigues invicto semana tras semana en aquello que Tere vaticinó paliza tras paliza, en vez de meses de victorias y más victorias increíbles, estupendas, limpias, campeonas, sorprendentes y exactas a tus sueños.
Entonces, aunque mis amigos me miran a fondo y me estudian con tanto y tanto cariño, yo no dejo que me vean el fondo. Porque ahí se ve, Adán, cómo Tere se va, se va, cómo vivo catando que se me va. Tus razones y tus sueños se impondrán sobre sus frías opiniones. Quiero decir, amigo, que tu manera de ganar ahí donde ella vaticinó palizas de muerte en el ring, vencerá por la vía del sueño. Tú ganas y yo gano contando de ti. Hago, pues, por olvidarla, porque tu alegría y la felicidad de saberte en tus triunfos me invade hasta llenar esa zona en que mis amigos y la vida que me rodea estrellan su vista en nuestra alegría empozada en mi dolor, cubriéndolo, velándolo, recubriéndolo de una espesa capa de sonrisa, de palabrería y de narraciones y cuentos y más cuentos( ni siquiera se nota que estoy perdiendo mucho peso,