ISBN 0124-0854
N º 69 Julio de 2001 las comunidades étnicas de nuestra nación. Además, al limitar la definición de etnias a unos grupos indígenas y negros con unas formas de vida muy rurales y unas tradiciones preconcebidas desde la mirada occidental( en aspectos como el vestido, la lengua y el territorio), se han establecido unos criterios que niegan otras manifestaciones de multiculturalismo como las idiosincrasias regionales o las nuevas identidades urbanas.
Por otro lado los grupos armados, tanto de derecha como de izquierda, han desconocido en muchos casos los derechos de los grupos étnicos. Sucesos como los del Alto del Naya en Cauca y los asesinatos de líderes emberá en Córdoba, por hablar sólo de los hechos más recientes, nos recuerdan el poco respeto que se tiene por las comunidades negras e indígenas de Colombia.
Por esto debemos ser conscientes de que, si bien enunciar los derechos sociales y colectivos es una manera de buscar la realización de los mismos, no podemos conformarnos con repetirlos: debemos asegurarnos de que las normas sean cumplidas y los principios aplicados. Porque si los símbolos y representaciones colectivas no conducen a acciones para una efectiva reconfiguración de las relaciones políticas en Colombia, esos referentes no sirven de nada y quedan convertidos en letra muerta.
En la Colombia actual, a falta de Bolívar y los anhelos de independencia, tenemos el derecho a que se respeten nuestras diferentes formas de vivir y ver el mundo: ese nuevo sueño libertario que la Constitución enuncia en su artículo séptimo. La Constitución lo promete, pero es nuestro deber hacerlo posible.
* David Esteban Molina Castaño Estudiante de Antropología. Universidad de Antioquia.