Agenda Cultural UdeA - Año 2001 JULIO | страница 26

ISBN 0124-0854
N º 69 Julio de 2001
Los hijos de Cortés Martín se llama el hijo mayor de Hernán Cortés, hijo natural nacido de la india Malinche. Su padre le dejó, al morir, una flaca pensión anual. Martín se llama, también, el hijo legal de Hernán Cortés, nacido de una española hija de conde y sobrina de duque. Este Martín ha heredado el blasón y la fortuna: es el marqués del valle de Oaxaca, dueño de miles de indios y leguas en esta tierra que su padre había humillado y amado y elegido para yacer por siempre. En silla de terciopelo carmesí y bordes de oro, solía pasear Martín, el marqués, por las calles de México. Tras él marchaban sus guardias de librea roja, armados de espadas. Quien se cruzaba con él se descubría, le rendía pleitesía y se sumaba al séquito. El otro Martín, el bastardo, formaba parte de la comitiva. Martín, el marqués, quiso romper con España y proclamarse rey de México. Cuando la conjura fracasó, balbuceó arrepentimientos y delató nombres. Le perdonaron la vida. Martín, el bastardo, que ha servido a su hermano en la conspiración y en todo lo demás, se retuerce ahora en la tortura. A su lado, el escribano anota: Fue desnudado y puesto en la cincha. Amonestado, dijo que no debía nada. El verdugo da una vuelta a la rueda. Las cuerdas rompen la carne y estiran los huesos. El escribano anota: Se le amonesta de nuevo. Dice que no tiene nada más que decir que lo que tiene dicho.
Segunda vuelta de cuerda. Tercera, cuarta, quinta.
1583
Tlatelolco Sahagún Solastoy, solastoy, canta la torcaza. Una mujer ofrece flores a una piedra hecha pedazos: – Señor – dice la mujer a la piedra –. Señor, cómo has sufrido. Los viejos sabios indígenas ofrecen su testimonio a fray Bernardino de Sahagún:“ Que nos dejen morir”, piden,“ ya que han muerto nuestros dioses”. Fray Bernardino de Ribeira, natural de Sahagún: hijo de san Francisco, pies descalzos, sotana de parches, buscador de la plenitud del Paraíso, buscador de la memoria de estos pueblos vencidos: más de cuarenta años lleva Sahagún recorriendo comarcas de México, el señorío de Huexotzingo, la Tula de los toltecas, la región de Texcoco, para rescatar las imágenes y las palabras de los tiempos pasados. En los doce libros de la Historia general de las cosas de la Nueva España, Sahagún y sus jóvenes ayudantes han salvado y reunido las voces antiguas, las fiestas de los indios, sus ritos, sus dioses, su modo de contar el paso de los años y de los astros, sus mitos, sus poemas, su medicina, sus relatos de épocas remotas y de la gran invasión europea... La historia canta en esta primera gran obra de la antropología americana. Hace seis años, el rey Felipe II mandó arrancar esos manuscritos de manos de Sahagún, y todos los códices indígenas por él
copiados y traducidos, sin que de ellos quede original ni traslado alguno. ¿ Dónde habrán ido a parar esos libros sospechosos de perpetuar y divulgar idolatrías? Nadie sabe. El Consejo de Indias no ha respondido a ninguna de las suplicas del desesperado autor y recopilador. ¿ Qué ha hecho el rey con estos cuarenta años de la vida de Sahagún y varios siglos de la historia de México? Dicen en Madrid que se han usado sus páginas para envolver especias. El viejo Sahagún no se da por vencido. A los ochenta años largos, aprieta contra el pecho unos pocos papeles salvados del desastre, y dicta a sus alumnos, en Tlatelolco, las primeras líneas de una obra nueva, que se llamará Arte Adivinatoria. Luego, se pondrá a trabajar en un calendario mexicano completo. Cuando acabe el calendario, comenzará el diccionario náhuatl – castellano – latín. Y no bien termine el diccionario... Afuera aúllan los perros, temiendo lluvia.
1608
Córdoba El Inca Garcilazo A los sesenta años, se inclina sobre la mesa, moja la pluma en el tintero de cuerno y escribe disculpando. Es hombre de prosa minuciosa y galana. Elogia al invasor en la lengua del invasor, que ha hecho suya. Con una mano saluda la conquista, por ser obra de la Divina Providencia: los conquistadores, brazos de Dios, han evangelizado el Nuevo Mundo y la tragedia ha pagado el precio de la