Agenda Cultural UdeA - Año 2000 JUNIO | Page 5

ISBN 0124-0854
N º 57 Junio de 2000 cree, sin embargo, que la cuarta de ellas en re mayor-BWV 1069-, fue escrita en Leipzig entre 1727 y 1736.
En julio de 1720 falleció su esposa María Bárbara. Ese mismo año Bach conoció en Hamburgo a Anna Magdalena, con quien se casó en diciembre de 1721. Tuvieron tres hijos.
Pese a las constantes muestras de afecto del Príncipe Leopold, de gustos musicales profanos, Bach, quien era un hombre profundamente religioso, decidió dejar la Corte, y en mayo de 1723 fue nombrado Kantor de la iglesia de Santo Tomás de Leipzig, lo que lo llevó, como era su anhelo, a abandonar la música profana para dedicarse por completo a la religiosa, donde mostró todo su prodigio y genialidad. Empezó aquí la época de mayor esplendor y gloria de Bach. Las obras compuestas en este tiempo han sido un importante legado para la humanidad. En Santo Tomás, Bach tenía deberes relacionados con
la enseñanza a sus discípulos del latín, del catecismo de Lutero y de la música; además de las labores cotidianas de composición y dirección en las iglesias de Santo Tomás y San Nicolás.
En 1729, Bach asumió la Dirección del Collegium Musicum. Sin embargo, los continuos enfrentamientos con las autoridades del Ayuntamiento de Leipzig, lo llevaron a renunciar en 1737. Bach vivió en Leipzig la etapa más importante de su vida musical, que estuvo asociada con la composición de obras religiosas inmensas como las Cantatas, la Pasión según San Juan y la Pasión según San Mateo, los Oratorios de Navidad, Pascua y Ascensión y la Misa en si menor.
Los últimos años de su vida fueron atormentados por una enfermedad que produjo la pérdida progresiva de su vista. Después de dos operaciones, Bach quedó ciego.
Pocos días antes de morir llamó a su amigo, discípulo y yerno Johann Christoph Altkinol para
que escribiera por él su última gran inspiración: la coral Ante tu Trono me presento.
Anna Magdalena dejó el más conmovedor relato de sus últimos momentos:
“ No sé cuanto tiempo permanecí así, con una sensación mezcla de aflicción y de gloria … al cabo de un rato oí su voz apagada que me llamaba: ´¡ Magdalena, querida, acércate!´. Al oír el tono tembloroso de su voz me volví como si me hubiera atravesado una flecha … me precipité sobre su lecho. Con los ojos muy abiertos miraba hacia mí ¡ y me veía!. ¡ Sus ojos, apagados por el esfuerzo y el dolor, se habían vuelto a abrir y tenían un brillo doloroso!.
Fue el último regalo que le hizo Dios: devolverle la vista poco antes de su fin. Volvió a ver el sol, vio a sus hijas y me vio a mí y al nietecito que le tenía Lieschen y que llevaba su nombre. Yo le acerqué una magnífica rosa roja y su mirada se posó en el brillante color: ´ Magdalena ´, dijo. ´ Donde voy veré colores más hermosos y oiré la música que hasta ahora