Agenda Cultural UdeA - Año 2000 JUNIO | Page 22

ISBN 0124-0854
N º 57 Junio de 2000
Pero aquí no termina el censo de sus lectores: novelistas como Manuel Mejía Vallejo, Pedro Gómez Valderrama, Darío Ruiz Gómez o Alonso Aristizábal, también se sienten aludidos por la música de sus versos y tratan de esclarecer su misterio. Y sus colegas periodistas no sólo saludan, solidarios y fraternales, las sucesivas metamorfosis de este transeúnte sino que también desmontan, con juvenil saña crítica, como es el caso de Daniel Samper Pizano, sus mecanismos expresivos.
Cuando preparé para el Instituto Caro y Cuervo los tres volúmenes de Leyendo a Silva( 1994-1997) y observé su inmediata acogida, comprendí cómo la literatura colombiana había adquirido, en su cada vez mayor número de lectores, un nivel de exigencia que reclamaba como necesarios estos repertorios críticos. No sólo por razones pedagógicas sino porque la madurez de nuestras letras implicaba el rastreo sistemático de su recepción y la confrontación plural con todas las voces que adensan su contenido.
Es natural, entonces, que hoy nos fijemos, en vida, en un autor como Rogelio Echavarría, y en su obra,
ya consolidada, pero que sin embargo continúa asomándose al futuro con posibles nuevos aportes e indudablemente renovados lectores.
Al rescatar y ordenar cronológicamente esta variedad insospechada de textos, lo que en definitiva efectuamos es el justo ejercicio con que la poesía de El transeúnte incorpora a sus páginas la proliferación de lecturas que su íntima riqueza ha terminado por producir. De ahora en adelante estos análisis y testimonios serán también parte necesaria de su tránsito feliz por nuestras letras.
Bogotá, noviembre 1999.
Juan Gustavo Cobo Borda, escritor bogotano nacido en 1948. Ha publicado entre otros, La alegría de leer( 1976), La tradición de la pobreza( 1980), La otra literatura latinoamericana( 1982), Todos los poetas son santos( 1983), Historia portátil de la poesía colombiana( 1995).
La aparición de El transeúnte en 1964 podría sugerir un viraje radical de estos modos poéticos de 1947. Así lo ha considerado la crítica: Una poesía explícita, donde la voz individual se torna con frecuencia conciencia colectiva-“ sé que todos luchan solos / por lo que buscan todos juntos”,“ nuestra identificación con todos / o con casi todos”. Bien podríamos decir que Rogelio Echavarría, para usar un verso suyo, se ha subido al " carro colectivo y su destino …”