Agenda Cultural UdeA - Año 2000 JULIO | Page 10

ISBN 0124-0854
N º 58 Julio de 2000
Cada alcalde llega con una nueva teoría, el actual quiere, al igual que en su administración anterior, en la que construyó el centro comercial de los vendedores de libros viejos y los artesanos, construir otros centros para que los pobres venteros terminen muriéndose de hambre; para ello escogió lotes que nunca se construyeron porque son recortes de proyectos viales o antiguas casas de donde huyó la vida. A don Hernán Marulanda Valencia le prometieron un puesto en uno de estos centros, pero todavía no sabe en cuál; lo que sí le llega cumplidamente es una cuenta por cuatro mil pesos mensuales que más que una cuenta es una ilusión. Don Hernán y doña Sofía nunca han pertenecido al Sindicato de Loteros por falta de recursos, sólo son amigos y, a pesar de no pertenecer al sindicato, fueron ubicados en el pasaje, no en un módulo como a los socios, sino al final de la fila, sin caseta y con paraguas; el sindicato no les ha hecho falta. Lo que sí sienten es
que
cada
día
la
Beneficencia
de
Antioquia
se
acuerda
menos de ellos y sólo en
los
años
en
que
hay
elecciones se preocupan
por visitarlos.
Todo ha cambiado. Antes eran los únicos poseedores de la suerte, hoy compiten con el chance y eso ha dañado el negocio. No es lo mismo cuando se pueden escoger todos los números, muchas veces los clientes sólo buscan un número en especial, a veces hasta las cuatro cifras y la serie; antes, la gente preguntaba por los números que no habían caído, hoy hasta venden libros, y hay programas de radio que divulgan los números que no han caído.
Los ricos
El Parque de Berrío ha servido como cuna de todos los antioqueños: hasta la década de los sesenta todos habían nacido en el marco del parque, y los más humildes a una cuadra del parque. Esta era una forma de validar su ascendencia, de denotar la importancia de un
parque que fue la génesis de la ciudad donde se asentó una clase social de negociantes y usureros. El Parque albergó a fines del siglo pasado una burguesía de terratenientes que poseían en las laderas de este valle sus grandes haciendas; éstos dieron paso a una burguesía de comerciantes y mineros que poseían grandes minas de oro y comerciaban con todo el mundo.
Luego llegaron los banqueros y empezó la privatización de los espacios del primer piso, puertas de vidrio con atemorizantes guardianes privados llegaron al parque, comenzando la competencia por el edificio más alto, por el más ostentoso. Los habitantes que vivían en las casas del parque fueron emigrando, y este espacio adquirió una vocación comercial, las migraciones internas comenzaron.
Hoy ya a nadie le interesa nacer en el Parque Berrío; de hecho, los jóvenes ni siquiera conocen el Parque y su historia; para