ISBN 0124-0854
N º 63 Diciembre de 2000
Pero en mi armario había dejado de haber azules. En las camisas, en las corbatas y en los trajes, el azul se había convertido en blanco. Abrí los cajones. Tendrían que haber estado llenos de camisetas, calcetines, jerséis y bufandas azules. Pero también había ocurrido lo mismo. Todo lo que antes había sido azul se había convertido en blanco, como la osamenta de un extraño blanqueada por los años.
Simplemente, desaparecido el azul. había
¿ Qué podía hacer? Me encontraba solo. Era la víspera de año nuevo, el último día-la última nochede 1999. El resto del mundo celebraba alguna fiesta. Pero yo odiaba las fiestas. Odiaba pasármelo bien, odiaba beber y odiaba ver beber a la gente. ¿ Y qué si el 1999 pasaba a ser el 2000? ¿ Qué diferencia había? Cambiaría la fecha. Habría una página nueva en el calendario. Eso era todo. Todo el asunto aparecía increíblemente estúpido.
Por eso estaba encerrado en casa, solo, sin nada mejor qué hacer que planchar camisas, cuando desapareció el azul. Llamé a unos cuantos amigos para ver si sabían algo de la desaparición del azul, pero, por supuesto, no encontré a ninguno en casa. Lo único que podía hacer era llamar a mi madre, lo que hice un poco a disgusto.
Me recibió la llamada un hombre al que no conocía. Parecía trascurrir una fiesta en todo su apogeo. Se oía al fondo música rock muy alta, y la gente hablaba todavía más alto para que el ruido no los ahogase. Tuve que gritar cuando pedí a aquel hombre que pusiera mi madre al teléfono.
“ Hola, mamá, siento interrumpir tu diversión, pero tengo que comprobar una cosa”, dije.“ Por casualidad, ¿ no habrá desaparecido de allí el azul?”.
“¿ El azul? Que el azul, ¿ qué?”. Parecía que tenía ganas de guerra.
“ El color azul”, expliqué,“ como el del mar o el del cielo. Estaba planchando hace un rato y desapareció el color azul de mi camisa. Y no fue sólo la camisa. Todo lo azul de mi casa ha desaparecido. No sé si sucede también allí. ¿ Sigues teniendo azul?”.
“¿ Y para eso llamas?”.“ Ajá”.
“ Mira, eres mi hijo, pero no sé por qué tienes que vivir una vida tan aburrida y estúpida”. Estaba esforzándose por adoptar un tono maternal, pero podía percibir el enfado en su voz.“ Piensa un poco. Es la última noche del siglo XX. Como mucho, lo puedes experimentar una vez en la vida. La gente está festejándolo como loca.
Escucha. ¿ No oyes lo bien que nos lo estamos pasando? ¿ Para qué me tienes que llamar con esa idiotez del azul y la plancha y qué sé yo qué más? ¿ A quién le importa que ya no haya azul? ¿ Por qué tienes que ser tan aguafiestas?”.“ Pero, mamá, te equivocas cuando dices que ésta es la última noche del siglo XX. Hablando con propiedad, el siglo XXI no empieza hasta el 200l. El año 2000 no es más que …”. Mi madre colgó el teléfono.
Me puse el abrigo y salí. Un viento del Norte frío y seco hacía que me ardieran los ojos. Había barrido del cielo todos los vestigios de nubes. Mi reloj marcaba las 11:30. Me fui derecho desde casa a la estación del metro de la línea azul más cercana. Normalmente, todo lo de la línea azul era azul: trenes azules, billetes azules, uniformes azules y paredes azules. Las autoridades del metropolitano decían que era para evitar que los pasajeros se perdieran en el laberinto tridimensional de las líneas del metro de Tokio( a pesar de que todo el mundo se perdía en cierto modo). Pero, ahora, todo lo de la línea azul se había vuelto blanco. Los trenes blancos circulaban junto a muros blancos, y los taquilleros de uniforme blanco vendían billetes blancos. Me acordé de un documental que había visto sobre el invierno en la batalla de Stalingrado.