Agenda Cultural UdeA - Año 2000 AGOSTO | Page 9

ISBN 0124-0854
N º 59 Agosto de 2000 músicos de formación clerical o “ ars nova ”, poseedores de un verdadero sistema de notación . Pero , aunque hubiese existido aún , ese folklore no les habría interesado . El que les viene a llamar la atención , en vísperas del Renacimiento , pasando a veces a sus propias obras , es materia ya muy elaborada por “ ministriles ” que , a falta de mucha ciencia , tenían intuición y gracia , y sabían valerse hábilmente de sus voces e instrumentos . ( Cuando Bach , más tarde , trabajará sobre viejos corales alemanes , esos materiales estarán ya sumamente elaborados y decantados antes de llegar a sus manos …) En América Latina ocurre algo semejante , en cuanto a la presencia de una expresión musical directa y espontánea , con la sola diferencia de que el músico “ sabio ” se niega a tomarla en serio , rehusándose - aunque hay excepciones honrosas- a aceptar sus múltiples enseñanzas . Y sin embargo , esa música , salida a veces de aldeas lejanas , traída a las ciudades , instalada en los suburbios de capitales , metida en los bailes , música viva , inventiva , cada día renovada , se estaba corporeizando , integrando , dibujando sus propios perfiles , ascendiendo , subiendo , invadiendo , conquistando públicos , para gran despecho de quienes se creían muy superiores a lo que sólo veían como bullangueras trivialidades . Y , sin embargo , no era tan sólo un pintoresco guirigay
lo que así se les echaba encima . No era ocurrencia de ignaros ni de incultos lo que ya se iba colando en los salones por impulso de una irresistible energía rítmica . Era ya un arte de formas fijadas , de estilos definidos , de inflexiones codificadas , que se iba produciendo , a base de modelos remotos , en el ámbito de las urbes . Las contradanzas , danzas , habaneras , canciones , “ puntos ”, ahora editados , y que ahora recorrían su espacio continental con tanta fortuna que a menudo pasaban a Europa , eran obra de músicos que , sabiendo a menudo cómo había de escribirse la música “ culta ”, preferían permanecer semicultos -y a veces hasta populares y hasta populacheros en la expresión . Habían elegido ese camino -acaso el más sensato- ante el peligro de desnucarse en una posible Tetralogía de tipo incaico o azteca - que “ asuntos ” no faltaban para ello , con buenos coros de caballeros águilas o de vestales del Cuzco enamoradas de algún lugarteniente de Pizarro .
Tenían la ventaja , además , esos músicos , de abrevarse en las fuentes de una larga tradición , única existente donde , en punto a música culta , sólo se conocía la música religiosa escuchada en los templos cristianos , y que , por su carácter , era impropia para alimentar una música profana necesaria a la vida del hombre , por cuanto se asociaba a sus bailes , celebraciones , holgorios y “ alegrías ” brillantemente
celebrados en toda América en jubilosa observancia de una Real Orden que invitaba las poblaciones a entregarse , en tal día , a diversiones de baile , canto , mascaradas y teatro … En 1608 , el poeta Silvestre de Balboa , al narramos , en su poema “ Espejo de Paciencia ”, una fiesta dada en la muy cubana villa de Bayamo para celebrar la liberación del buen obispo Fray Juan de las Cabezas Altamirano , secuestrado , tiempo atrás , por el pirata francés Gilberto Girón , nos habla del concierto armado por los vecinos de la naciente urbe con instrumentos tales como : zampoñas , rabeles , albogues , “ adufes ministriles ”. Es interesante señalar que algunos de los instrumentos mencionados son los mismos que aparecen en el libro de Buen amor ( 1343 ) del Arcipreste de Hita . También en los versos del excelente Juan Ruiz se habla de zampoñas , rabeles , albogues y “ panderos ” que son los “ adufes ” de Balboa . El poeta de Cuba nos dice , además , que algunos , en su fiesta , cantaban “ de dos en dos , a solas ”, como en dúo cantaban también las doctas aves de Gonzalo de Berceo ( 1196 ? -1268?) anunciando los tres autores , el de Indias y los dos de España , el hábito futuro cantar a “ prima ” y “ segunda ” que aún se observa en las Antillas y en tantísimos lugares de América . Pero lo que ni Berceo ni el Arcipreste pudieron barruntarse es que , en el concierto de Balboa , sería enriquecida la orquesta por