ISBN 0124-0854
N º 59 Agosto de 2000 evidentemente , la habanera “ Tu ” del cubano Eduardo Sánchez de Fuentes , cien veces editada y reeditada , en América , Francia y España , desde la fecha de su Composición ( 1890 ). Pero convendría recordar que ya figuraba una habanera , famosa entre todas , en Carmen de Bizet , escrita en 1875 . Luego , la habanera , nacida en La Habana , era ya un género de composición cuando a sus giros se somete , quince años después , un músico culto de Cuba . Género de composición que había empezado a sonar , casi anónima , en bailes y fiestas , bajo el título ( así es como aparece en sus primeras ediciones ) de danza habanera . Ocurría con ella lo que se había producido con las zarabanda y chaconas mencionadas por Cervantes y Lope de Vega que , surgidas natural y espontáneamente del suelo americano , pasarían , por proceso de fijación y estilización , al salón , al concierto y al teatro lírico . Después de la habanera de Bizet , vinieron las habaneras de Debussy , de Ravel , del mismo modo que el tango argentino , introducido en Europa en vísperas de la primera guerra mundial , bailado ya por los personajes de Marcel Proust , pasaría muy pronto , como género , a la obra de Stravinsky , de Hindemith , de Darius Mihaud .
Habanera , tango argentino , rumba , guaracha , bolero , zamba brasileña , fueron invadiendo el mundo con sus ritmos , sus instrumentos
típicos , sus ricos arsenales de percusión hoy incorporados por derecho propio a la batería de los conjuntos sinfónicos . Y ahora son músicas de México , de Venezuela , de los Andes ( y un tango renovado en sonoridad y estilo ) las que se escuchan en todas partes , con sus bandoneones , guitarras , quenas de muy viejo abolengo , arpas llaneras … Música toda , debida a la inventiva de músicos semicultos , populares , populacheros , o como quieran llamarlos ciertos mesteres de clerecía , doctos en artes de armonía , contrapunto y fuga . Pero músicas que fueron mucho más útiles , para decir la verdad , a la afirmación de un acento nacional nuestro , que ciertas “ sinfonías ” sobre temas indígenas , incontables “ rapsodias ” orquestales de gran trasfondo folklórico , “ poemas sinfónicos ” “ de inspiración vernácula ” ( tremendamente impresionistas , casi siempre …) que sólo quedan como documentos , títulos de referencia , jalones de historia local , en los archivos de conservatorios … Porque hay algo evidente : a la música latinoamericana hay que aceptarla en bloque , tal y como es , admitiéndose que sus más originales expresiones lo mismo pueden salirle de la calle como venirle de las academias . En el pasado , fueron tañedores campesinos , instrumentistas de arrabal , oscuros guitarreros , pianistas de cine ( como los que en Río de Janeiro causaban
admiración de Darius Milhaud ) quienes le dieron tarjeta de identidad , empaque y estilo -y ahí está la diferencia esencial- , a nuestro juicio , entre la historia musical de Europa y la historia musical de América Latina , donde , en épocas todavía recientes , una buena canción local podía resultarnos de mayor enriquecimiento estético que una sinfonía medianamente lograda que nada añadía al bagaje sinfónico universal .
Pero … ¿ Significa esto , acaso , que hemos de minimizar el esfuerzo de quienes , con mucho talento y a veces con grandes aciertos , trataron de elevar el nivel de nuestra cultura musical ? ¿ Hemos de olvidar los nombres de tantos y tantos fundadores de orquestas , de sociedades filarmónicas , de coros , de conservatorios , de cuya labor podemos enorgullecemos ? ¿ Hemos de negar que , pese a una cierta impermeabilidad intelectual frente a lo que cotidianamente les sonaba en las calles , algunos exigentes maestros de fines del siglo pasado y comienzos del presente nos dejaron partituras muy estimables que se siguen ejecutando , con toda justicia , en nuestros conciertos , ya que contribuyeron a la formación de nuestra conciencia estética , aun cuando no hayan aportado gran cosa a la música universal ? En modo alguno . Tales figuras desempeñaron un hermoso papel en la historia de nuestra vida artística … Pero , a la vez , debemos reconocer que , en