Agenda Cultural UdeA - Año 1999 SEPTIEMBRE | Page 20

ISBN 0124-0854
N º 49 Septiembre de 1999

La muerte de la pintura

Por: Carlos Arturo Fernández Uribe

Alo largo de las últimas décadas parecemos asistir a la descomposición irreversible de la pintura, e inclusive se anuncia con mucha frecuencia su muerte inminente. La euforia pictórica de los movimientos de postvanguardia de los ochenta no sería, en este sentido, más que la explosión de salud que, muchas veces, antecede al desenlace fatal.

El asunto resulta todavía más impactante si se tiene en cuenta que la pintura se mantuvo como arte dominante a lo largo de los últimos seiscientos años, por lo menos desde el despliegue del Gótico Internacional en el siglo XIV, que encontraba en el plano pictórico la posibilidad de desarrollar más fácilmente su gusto por la copia minuciosa de los detalles de la realidad. Y aunque, por supuesto, siempre podemos encontrar grandes escultores, es claro que la pintura reinó, junto a la arquitectura, en el Renacimiento: al contrario de la sobreabundancia de pintores, puede recordarse la preocupación de Lorenzo el Magnífico por sacar a la escultura de su " decadencia " tras la muerte de Donatello, para lo cual estableció la escuela donde Miguel Ángel, todavía niño, recibió las primeras lecciones. Y las imágenes de Caravaggio, Velásquez,
Julian Schnabel. Los bailarines( para Pasolini), 1977-78. Oleo sobre lienzo
Rubens, Rembrandt, Vermeer o Poussin llenaron también las décadas del Barroco, sin que pueda desconocerse el poder de las esculturas de Bernini que, sin embargo, aparecían cuestionadas e inclusive menospreciadas por el gusto que se imponía desde la Francia de Luis XIV, a mediados del siglo XVII.
Igualmente, la pintura del siglo XVIII fue superior a la escultura, por las problemáticas que fue asumiendo, pero también por su misma calidad estética. Baste recordar que cuando, en la primera mitad del XIX, dictó Hegel sus Lecciones de Estética, le resultaba absolutamente claro que, al menos en el campo de las plásticas, era la pintura el arte que correspondía de manera más adecuada a las condiciones de la época romántica, como la arquitectura había encontrado su momento en el mundo antiguo, y la escultura en el clásico.