ISBN 0124-0854
N º 49 Septiembre de 1999 bien escasa en la plástica nacional; una prueba de ello la podemos encontrar en la participación femenina en el Salón Nacional de Artistas, donde el promedio de la década se reduce a un 10 % del total de artistas asistentes.
Una razón de peso la podemos encontrar en el medio social, que consideraba el arte practicado por mujeres como un entretenimiento para las más cultas. Son reveladoras, dentro de esta mentalidad retardataria, las temáticas posibles de abordar; los temas estaban determinados según los sexos: desnudos para hombres, flores y bodegones para mujeres, maternidades y retratos vestidos para ambos.
Sin embargo, fue necesario el paso de casi tres décadas para que en la pintura antioqueña surgieran dos figuras femeninas con una nueva mentalidad sobre el arte: Dora Ramírez y Marta Helena Vélez. Ellas irrumpen en el medio artístico de Medellín a finales de la década de los sesenta y a comienzos de los setenta, junto a otros artistas jóvenes como John Castles, Álvaro Marín, Aníbal Vallejo, Juan Camilo Uribe, Oscar Jaramillo, Félix Ángel y Javier Restrepo. A estos artistas se unirían rápidamente otros compañeros de generación, quienes conformaron un grupo sólido de artistas antioqueños, que se abrirían un espacio en el arte nacional en la década de los setenta, después de una ausencia, casi total por veinte años, de la plástica nacional. En estos años sesenta, el arte del país había sufrido profundas transformaciones que, según la artista y crítica Beatriz
González, se manifestaba en los Salones Nacionales, donde“ los jurados eran críticos de arte y se tenía una conciencia del arte moderno. Se debatía la crisis del arte; rara vez se observaba la aparición del espíritu timorato, y cesó la intervención de la Iglesia en las artes plásticas“ 3.
La aparición de Marta Traba en la crítica nacional, dinamizó la polémica en tomo de la producción plástica del país, se diversificaron los medios expresivos, las técnicas y los temas. Las facultades de arte en Bogotá enriquecieron el proceso de aprendizaje mostrando una mayor apertura. La participación femenina en el Salón Nacional de Artistas aumentó de un 10 a un 25 % aproximadamente. En Medellín, a finales de la década de los sesenta, se iniciaron las Bienales de Coltejer, eventos enriquecedores para el arte de la región, y que ayuda- ron a madurar y a confrontar las propuestas del grupo de jóvenes antioqueños señalado anteriormente. Las artistas Dora Ramírez y Marta Helena Vélez fueron la representación femenina que personificó el cambio de mentalidad de esta promoción de artistas.
Como elementos comunes entre estas dos mujeres, se puede señalar que estudiaron en la misma época( 1962- 1965) en el Instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia, teniendo a Aníbal Gil y a Rafael Sáenz entre sus profesores. Tomando una expresión de Marta Helena, ambas dejaron de ser“ señoras” para el arte, más o menos en 1967. Traduciendo esta