ISBN 0124-0854
N º 51 Noviembre de 1999 costumbres , al igual que la negación de la modernidad , impedían que la crítica prosperara , porque “ pugna con la tranquilidad del individuo y puede lastimar el orden social ”. 2
Pero Sanín Cano va más allá de la queja sobre las dificultades para ejercer el oficio en el medio , y se pregunta por las razones por las que en nuestra vida intelectual hay tan poco espacio para el desarrollo de la crítica . La respuesta que da a este interrogante apunta a aspectos substanciales de la configuración cultural colombiana : somos reacios a la crítica porque ésta es producto del pensamiento moderno , de aquella tradición ilustrada y racionalista que no encontró buen recibo en tierras católicas y contrarreformistas . No es por eso gratuito que Sanín Cano ligue crítica y humanismo , y señale que la inexistencia de la primera obedezca a la debilidad del segundo :
Falta una escuela de enseñanza humanística . La crítica , aunque no se manifieste en libros o en crónicas hebdomadarias y en revistas mensuales de sabias publicaciones , existe conservada en la inteligencia y en el conocimiento de un cierto número de personas . La crítica
no es propiamente una actividad sino un acervo de conocimientos , una disciplina , un cúmulo de ideas y sentimientos transmitido por una generación a otras . Entre nosotros no existe la tradición crítica porque no ha habido la enseñanza propia de las materias que la componen , porque no ha habido una enseñanza fundada en el humanismo . 3
El humanismo es entendido por él de una manera radical . No se emparienta de ningún modo con la tradición conservadora que había sostenido un supuesto humanismo sobre las bases del conocimiento de la tradición grecolatina , el hispanismo y una visión reduccionista de la filología . Para Baldomero Sanín Cano el crítico humanista estaba abierto al mundo , a las corrientes de pensamiento contemporáneas , a la literatura moderna , pero , además , debía poseer la tolerancia y la ductilidad intelectual para levantarse sobre las creencias heredadas o adquiridas y modificar el juicio propio .
Esto puede observarse en la crítica que hace a Miguel Antonio Caro a quien , sin despreciar sus talentos , se niega a considerar un filólogo , en contravía de los
tantos admiradores del escritor bogotano . Dice Sanín Cano que Caro no es un filólogo porque “ la filología , además de ciencia , es una disciplina del espíritu , es principalmente un método y un estado de conciencia . No basta poseer muchas lenguas , conocer la historia del hombre , haber penetrado en los senos de la filosofía . Se necesita un gran respeto a los hechos , a la conciencia ajena , no sin asumir que toda persona procede y piensa de buena fe mientras no se demuestre lo contrario ”. 4 Y en Miguel Antonio Caro la inteligencia siempre estuvo al servicio de sus ideales católicos y conservadores , revestidos de la verdad del dogma , férreos e inmodificables , lo que contrasta con la libertad intelectual que Sanín Cano plantea como ideal del crítico .
Baldomero Sanín Cano asumió su compromiso intelectual de una manera plena : se empeñó en aclimatar obras y autores modernos en una sociedad reacia a modificar sus creencias y valores , hizo que nombres como el de Nietzsche o Ibsen fueran conocidos , alentó a quienes traían vientos de renovación a la y la literatura colombiana , mantuvo un diálogo constante con la inteligencia americana y