ISBN 0124-0854
N º 42 Febrero de 1999 para comprender la realidad, volvemos los colombianos a damos una nueva oportunidad de resolver mediante la negociación lo que hemos podido solucionar con balas. Y también de nuevo se monta el escenario de las conversaciones y en él aparecen sus distintos protagonistas, con el seguimiento incesante de cámaras, micrófonos, grabadoras, fax, antenas, microcomputadores, maletines de noticias parabólicas portátiles. La impresión no es otra que la propia de una transmisión de un partido de fútbol y un desfile de modelos y de personajes del jet-set, q sienten renovarse al lado de quienes transpiran sudor verde oliva clandestino.
Y duele concluir que después de dieciséis años experiencias propias en cubrimientos de procesos de negociación políticas-Belisario fue el iniciador- seguimos con los mismos vicios y las mismas equivocas posturas para abordar el diálogo entre las partes armadas como tema de interés público. Nos seguimos sintiendo como otros protagonistas del proceso, lo cual no da el derecho a entrar de inmediato a todas partes! ay de quien no lo permita ¡-; a que todos nos concedan declaraciones cuando lo necesitemos o que nuestros jefes lo necesiten, que es lo mismo; a querer saberlo todo, pero para informarlo todo y de inmediato porque la máquina de moler noticias lo exige, sin reparar en el perjuicio que con ello le causamos al proceso mismo; a pretender que a toda hora debemos tener“ chivas”, ya sea por presión nuestra o de nuestros jefes, que es lo mismo; a salir en defensa del derecho a
informar, pero no del deber de no informar cuando está por encima otro derecho más importante-por ejemplo el de la vida-.
Y en esa búsqueda alocada de la noticia que nos consagre, o que al menos nos congracie con nuestros directores, no importa que tengamos que aumentarle“ un poquito” al hecho en su magnitud: llamamos toma a lo que en realidad es un asalto; denunciamos que apareció un nuevo cartel de la droga, sólo porque la policía decomisó un cargamento de cocaína o porque la misma policía lo afirmó pero sin probar nada.
Decimos que el proceso de paz está en peligro, cuando en realidad lo que hay es una divergencia entre las partes. El despliegue que se le dio a la silla vacía al lado del presidente Pastrana el día que empezaron las conversaciones, daba la sensación de que las FARC se habían burlado del país y del gobierno.
Es evidente en muchos de nosotros, sobre todo en ruedas de prensa, el