ISBN 0124-0854
N º 48 Agosto de 1999 tarea de crear un público desalienado , educado , un público consciente , activo , pueblo real . Esa tarea es sólo en parte de la crítica : le pertenece , ante todo , a los que hacen las películas .
El problema de la taquilla es importante y debe ser estudiado . No es ilegítimo buscar los medios para que una película sea vista por el mayor número posible de personas ( si en Colombia la televisión actuara conjuntamente con el cine , en una noche una película colombiana tendría más espectadores de los que lograría reunir en toda su existencia teatral ). Lo que no debe ser es que a esa búsqueda de público se sacrifiquen la ética , la estética y la honradez artísticas . Por tanto , parece infantil pretender que un gran éxito de público pueda borrar de un plumazo las reservas y los juicios negativos legítimos sobre una película . Es absurdo pretender que la mediocridad deje de existir por el hecho de ser consumida masivamente . Es como pensar que comer excremento es bueno , porque lo recomiendan millones de moscas en todo el mundo .
Casi todos nuestros largometrajes han sido fracasos estéticos ( independientemente de ser o no fracasos económicos ). Y lo han sido , no comparados con los cánones estéticos de cinematografías extrañas , ni por haber
El cine colombiano con el que soñamos es un cine de identidad legítima , un cine en el que Colombia se reconozca . Es posible que cuando surja tenga que luchar con la incomprensión del público . Es posible que sea atacado por ser , tal vez deficitario o insatisfactorio como espectáculo . O a lo mejor no , porque con el público nunca se sabe .
buscado ser accesibles a grandes masas ( lo que no es , en sí mismo , un defecto , pese a que se nos atribuya difundir lo contrario ). Han sido fracasos estéticos confrontados con nuestra realidad , por ser caricaturas ineptas de Colombia y de sus gentes , porque lo que se pretende decir pasa a un segundo plano , mientras que en el primero campean la sucesión de anécdotas sueltas y la banalidad . Ahora bien : cuando un público está aprendiendo a reconocerse en la pantalla , toma por oro fino las imitaciones que se le ofrecen . En nuestros largometrajes la ausencia de la Colombia real es apabullante . Se emplean lugares “ auténticos ” y por esos lugares caminan actores que no aprenden jamás a comportarse como los habitantes reales de esos mismos lugares , porque no son de ahí ni les importa serlo , porque ni siquiera son de un ambiente similar y , ante todo , porque el director no se ha tomado el duro y difícil trabajo de integrarlos visual y dramáticamente a un espacio , de introducidos en la piel de seres reales . El resultado es un cine de comparsas , de figurines , ni siquiera de tipos sino de estereotipos y de los más obvios .
Esta clase de cine puede llegar a obtener , al menos por un tiempo , un consumo más o menos intenso por parte del público . Consumo , no acogida real ,