ISBN 0124-0854
N º 48 Agosto de 1999
Escena de El cuatico azul de Luis Crump y Sebastian Ospina. Tomada de Páginas de cine volumen 1
Otro de los equívocos argumentos típicos frente a la crítica es lanzarle a la cara la respuesta en taquilla de una determinada película. Que la gente decida ver una película tiene muchos motivos y no se debería interpretar automáticamente como factor de calidad. Tampoco lo contrario, por supuesto. Muchos elementos, ambiente social, momento histórico, ocasión, oportunidad, información, competencia, pueden contribuir a que una película sea o no bien acogida por el público. Habría que ir más a fondo y preguntarse si una cinta a la que va mucha gente es realmente recibida, sentida, vivida o si sólo es consumida, gastada y luego desechada. Hay películas que tienen material temático o fórmulas narrativas capaces de producir impacto directo en vastos sectores del público y otras que sólo son acogidas en zonas delimitadas de ese mismo público. Hay películas que logran calar de inmediato y otras que son recibidas
sólo gradualmente, poco a poco. La historia de cine está llena de obras que brillan de repente y luego desaparecen para siempre, mientras que otras pocas logran permanecer en la conciencia de la gente, dando respuesta adecuada una y otra vez a través de los años.
La importancia de una película no reside, pues, en que de repente sea vista por grandes masas( máxime cuando este efecto se logra muchas veces con técnicas ajenas a la película misma). Es importante, en cambio, que la gente se reconozca, que su mundo y sus necesidades, sus anhelos, su dolor y su placer sean captados con fidelidad, que en el entretenimiento, el gozo, la risa, el llanto, la comprensión y la emoción no sean mecánicos, no alienen ni estupidicen. Si una cinta que cumpla con estas condiciones no encuentra respuesta, ello no significa que nuestro cine no deba tener estas características, sino que hay que emprender la difícil