Agenda Cultural UdeA - Año 1999 AGOSTO | Page 12

ISBN 0124-0854
N º 48 Agosto de 1999 como se consume un sainete televisivo con dos o tres risas y dos o tres sorpresas . El público va a ver estas películas movido por un afán muy legítimo , el de buscarse a sí mismo de alguna manera . Y ese público termina por aceptar un espejismo : buscándose a sí mismo encuentra sólo la imagen familiar y casera que la televisión le ha dado de la realidad y la acepta , convencido de haber encontrado la propia imagen . Algún día sabrá distinguir .
El cine colombiano con el que soñamos es un cine de identidad legítima , un cine en el que Colombia reconozca . Es posible que cuando surja tenga que luchar con la incomprensión del público . Es posible que sea atacado por ser , tal vez , deficitario o insatisfactorio como espectáculo . O a lo mejor no , porque con el público nunca se sabe . Esta es , precisamente , la razón de ser del fomento cinematográfico : hacer posible este tipo de películas , impidiendo que la angustia económica altere o falsifique su propósito fundamental . A este fomento a la producción habría que añadirle , con absoluta necesidad , un mecanismo de distribución distinto al absurdo sistema que impera en el comercio cinematográfico y que hace que dos o tres días de exhibición y sus respectivos índices de asistencia sean el criterio para el triunfo o la condenación definitiva de una película . Las grandes obras del neorrealismo italiano ( y esta vez vale la comparación porque fueron hechas con me medios de los que nuestro cine tiene ahora a
disposición ), fueron mal recibidas en su momento por el público de su país . Es comprensible que los italianos se sintieran más satisfechos con cosas más ligeras , con comedias intrascendentes y , sobre todo , con productos estándar norteamericanos . ¿ Qué espectáculo es un hombre al que le roban una bicicleta , o un anciano que intenta echarle su perro al tren porque él va a suicidarse y no tiene con quien dejarlo ? Y , sin embargo , esas obras fueron penetrando poco a poco en la conciencia de la gente , no sólo en Italia y , lo que es más importante , permanecen todavía , siguen viviendo , son clásicos . Si el cine de José María Arzuaga hizo en los años sesenta ( Pasaba el meridiano y Raíces de piedra ), no tuviera la desventaja de defectos técnicos que lo hacen fatigoso de ver , podría ser algo así como los clásicos del neorrealismo , un cine que podría presentarse una y otra vez , porque sus historias son legítimas y porque sus personajes , captados hace tres décadas , son todavía auténticos y convincentes , porque sus soluciones visuales , su puesta en escena y los ambientes que describe son la más auténtica Colombia . Casi todos los largometrajes de los ochenta , por el contrario , están condenados , después de una breve o larga permanencia en cartelera , a desaparecer definitivamente . Puede que algún día se exhiban de nuevo en una de esas retrospectivas estadísticas del cine nacional o , en caso de que sus directores hagan posteriormente algo mejor , para ilustrar los diferentes pasos de su carrera . En cualquier otro caso sólo serán cintas que no habrá que volver a ver , porque no tienen nada que