Agenda Cultural UdeA - Año 1998 JUNIO | Page 10

ISBN 0124-0854
N º 35 Junio de 1998 que lo sucedido en la Universidad de Antioquia en el marco de las Ciencias del Espíritu no es una casualidad astral y menos una banal lotería. La enfermedad de fin de siglo en las universidades hispanoamericanas no se debe al“ fenómeno del niño” y de la“ niña”-esto último para no despreciar a los estudiosos( as) de las problemáticas de género- sino más bien, a un rasgo de su peculiar evolución actual, es decir, la carencia de un diálogo entre educación y cultura. Estas dos nociones sirven de manera ornamental a la promoción de la figura-deformada por la realidaddel sentido del estudio universitario.
Estas nociones se escudan bajo el manto de la mediocridad propia en una universidad convertida, hace mucho rato en el mostrario del mundo“ de las fantasmagorías”( W. Benjamin), es decir, la universidad ha reemplazado a los clubes, a los centros de convivencia social, ya sean los bingos, las casas de té o los centros comerciales. Pero en la vida íntima o pública que rodea la universidad, el manto de tal“ regocijo” se desvela en la cruel desventura, la verdad sospechosa de lo que significa en su dominio, las nociones de educación y cultura.
Esa verdad sospechosa que todos, o por lo menos alguna mayoría, en su“ alma oculta” hacen pública pero no se atreven a denunciar. En el caso de la educación, tomándola como la actividad esencial del conocimiento universitario, la transmisión de saberes logrados y todavía no logrados, no
solamente en las aulas, se asume bajo el“ esquema” de un campo de desconcentración“ curricular” que involucra la persuasión del“ culebrero”, esto es, el que convence a través del miedo, de la sorpresa o en últimas de las agotadoras horas de“ cansancio forzoso”.
La idea de formación universitaria-que no se limita a los saberes sino al carácter personal- es producto de la mera palabrería, por un lado, y por el otro, adquiere credibilidad, por la impasividad, el tedio y la indolencia de los adormecidos“ escuchas”, que encantados por el canto de las sirenas desfallecen ante el sórdido panorama que les agobia, claro, sin prever colocarse la cera en los oídos. La educación universitaria semeja una odisea al revés, no la elaboración del saber y del conocimiento que se asume como compromiso del individuo con su sociedad, sino la necesidad de llenar“ el volumen de la panza( León de Greiff), perdón materia” que vendrían a determinar la transición de esta peculiar experiencia personal a la“ peste del olvido”: el mundo laboral.
Hace rato, que con el nombre de“ cultura” no se hace sino invocar-con escapulario en la mano- las diversas expresiones de la llamada autenticidad y originalidad de la vida universitaria, como un proceso constitutivo de la formación personal y profesional, y la denominada“ vida cultural” se construye en un abismo insuperable. La cultura en el marco de la educación universitaria no merece ya el valor que