ISBN 0124-0854
N º 41 Diciembre de 1998 efusividad desmedida que sólo en Colombia , de manera especial , se agudiza con la época de la NAVIDAD , cuando todas las formas de la intolerancia se llevan a los límites de la insolencia . En esta particular época de “ fin de año ” es obligatorio soportar la “ alegría ” forzosa de un pueblo que le quiere huir al resto del año azotado por la violencia , pero nada más violento que ser obligado a la felicidad que otros imponen . La privacidad sólo es un aditamento de la personalidad en esta “ época ” por cuanto viene determinada por la colectividad . La colectividad , expresión de la sociedad , fuerza al ser humano a actuar en contra de la experiencia de la intimidad durante las “ celebraciones navideñas ” desde el vestir , el hablar , el comer , el pensar , hasta el amar , la felicidad , la alegría , la tristeza e incluso la melancolía se determinan de manera impuestas por aquello que llamamos vida social . No es del todo absurdo sostener que el escapismo se opone a la auténtica noción de la soledad , es decir , a la experiencia del silencio . Estas problemáticas de la intimidad y la vida pública nos justifican para explicar porqué nuestra idiosincrasia se ajusta más a la “ cultura del bullicio ”, más aún cuando nos acercamos a una época como la Navidad , cuando se sobreexalta ese espíritu de lo grotesco , la charlatanería y la patética “ gritería ”.
La época de la Navidad se nos presenta como una de las tantas formas típicas del escapismo colombiano , esto es , como un tiempo para el fomento no sólo del bullicio sino también para el
impulso de esa especie de “ intolerancia ” aguda llamada “ felicidad colectiva ”. Justamente en las “ eras decembrinas ” en Colombia se debe “ soportar ” aquello que tras el velo de la alegría colectiva se transmite como “ celebración ”, es decir , el individuo se ve empujado hacia el alboroto , la “ embriaguez general ” y la irresponsabilidad civil . Desde pequeños , la Navidad figura como una época que al mismo tiempo genera espera pero también se adivina cierto “ desenfreno ” colectivo : la pólvora , la música , las borracheras , los abrazos , los gritos , la bulla , el brindis , la locura . No es de extrañar que precisamente suele ser la época de la Navidad un mes prolongado cuando aumentan la criminalidad , la violencia , los muertos , los accidentes , los asesinatos .
Y en este marco podemos incluir un segundo contexto , la “ cultura del bullicio ” se desenvuelve en la problemática de la cultura de masas . Frente al desenfreno de la intolerancia y la violencia que caracteriza desde diversos ámbitos la Navidad , le sigue la evasión propia de la cultura de masas que ha vuelto el mismo hecho cultural ( que debería permitir una original experiencia espiritual y de interiorización ) una mercancía y por lo pronto en un contexto de evasión para los Colombianos . La cultura de masas promete no sólo el escapismo sino también la evasión de los individuos para que ellos puedan encontrarse a sí mismos . La Navidad se convierte entonces por la magia de la cultura de masas como una realidad ficticia