Agenda Cultural UdeA - Año 1998 DICIEMBRE | Page 7

ISBN 0124-0854
N º 41 Diciembre de 1998 carencia de la experiencia del silencio le corresponde la imposibilidad de construir un individuo y una sociedad sustentada en las nociones de la subjetividad y la tolerancia; y en otro contexto, por lo demás conexo a esas carencias se le une lo que podríamos llamar una“ cultura de la gritería” cuyo soporte tiene relación con el problema de la cultura de masas. El análisis del primer contexto nos induce a observar los procesos de socialización en nuestro medio. Ellos están influidos por una experiencia de la vida donde la construcción de intimidad, de la vida privada no cuenta, ya que es juzgada según se la invoca como la necesidad del aislamiento, el desarraigo, o en el peor de los casos, la efusividad a ultranza. A esa idea de la intimidad como aislamiento y efusividad la podemos delimitar con el concepto escapismo. El escapismo no es más que la huida sorda de la realidad. Sin embargo, una auténtica experiencia de soledad no requiere del desconocimiento de la realidad por el contrario, la soledad se alimenta a través de la autoconciencia que tenemos de la incidencia de la realidad, esto es, de la vida pública.
Con todo, la experiencia de la soledad no se dignifica en nuestro medio como posibilidad para construir la subjetividad, es decir, la capacidad personal de desplegar a través de la
... una auténtica experiencia de la soledad no requiere del desconocimiento de la realidad, por el contrario, la soledad se alimenta a través de la autoconciencia que tenemos de la incidencia de la realidad, esto es, de la vida pública.
toma de decisiones autónomas e independientes el carácter de la individualidad y menos como el fundamento de la tolerancia, esto es, la apertura por discutir y debatir según los criterios propios todo aquello que pueda causar daño al ser humano. La tolerancia en nuestro medio ha sido utilizada más bien como un instrumento para lo irracional”. Y entiéndase por“ aceptación”:“ la paciencia”,“ la discreción”,“ el aguante” aquello que aun siendo molesto debemos“ respetar”,“ conciliar”. Todo lo contrario a la tolerancia es la indiferencia, es decir, no la discusión acerca de la pluralidad sino la condescendencia sin más de una diversidad dañina: la imposición de los deseos de los demás.
De esta forma, subjetividad y tolerancia no concuerdan en una sociedad que le rehuye a la experiencia auténtica de la soledad. En el actuar cotidiano las conductas que se acercan a la soledad son valoradas como nefastas y negativas para el individuo, esto es, terminan por definirse como formas de“ aburrimiento” o si se quiere como características de la personalidad“ depresiva”. Aquel que busca la soledad es tomado por huraño y por lo demás loco. Pero al mismo tiempo, el escapismo propio de una falsa conciencia de la soledad finaliza con la