ISBN 0124-0854
N º 28 Octubre de 1997 constante que aún prevalece. Un comentario en la prensa local exhibe el lenguaje y la moral de la época al aplaudir la“ acertada” elevación del impuesto sobre bailes, pues de este modo, " ciertos bailes nocturnos, donde la luz y las flores y el licor abundan, desaparecerán por obra y gracia del Concejo "( El Colombiano, 15-IX-1921, p. 2). Pocos meses antes la ciudad se había convulsionado por los episodios ocurridos en el Paraninfo, respecto a la entronización de un óleo de Fidel Cano que“ destronaba” la imagen del Sagrado Corazón. Procesiones y actos de desagravio revelan la temperatura política y religiosa a la vez que la agitación proveniente de los claustros del Alma Máter, allá en la plazuela de San Francisco. Medellín cuenta apenas con unos cien mil habitantes, 30 automóviles de lujo y 15“ chivas” Ford, y poco a poco se integra urbanísticamente con la inauguración, este mismo año, de la línea del tranvía en el trayecto Parque Berrío-La América: 8.300 metros, 45 minutos de recorrido y 10 centavos el pasaje.
Las fiestas estudiantiles, vale decir universitarias, revestían el carácter de mascaradas y se desenvolvían como un pequeño carnaval que conmovía a la ciudad, aunque sus protagonistas fuesen los“ díscolos” muchachos del Alma Máter. El permiso para tales jolgorios provenía directamente del Alcalde. Coincidiendo con el centenario de la Universidad, los alegres y coloridos festejos de octubre de 1922 repercutieron en la ciudad;“ Medellín todo contribuyó a ella: de medio día para abajo, todo el mundo estaba enrolado, el que menos como observador, y los demás disfrazados por fuera o por dentro, con máscara de cartón o máscara líquida, es decir,“ más cara” A la oración nadie conocía a nadie. Verdaderamente había tipos inconocibles: buenos vecinos que no quiebran un vidrio echaron su cana al aire a cuento del descubrimiento de América y del decreto del general Santander”( El Colombiano, 17- X- 1922, p.
1). Auténtica dramaturgia social, el libreto da pie a numerosos juegos e
Biblioteca de la Universidad de Antioquia, Plazuela de San Ignacio, 1934( fotografía de Francisco Mejía, Centro de Memoria Visual, FAES)