ISBN 0124-0854
N º 102 Agosto 2004 entonces el momento de entrar al templo taoista Baiyun-La Nube Blanca-para ofrecer incienso y tocar la cabeza del mono que trae la buena suerte, visitar la Colina Perfumada, el puente Jianguomen, la puerta de Badaling y otros tramos de la gran muralla. Después fui hacia el oeste para ver los guerreros de terracota en la amurallada ciudad de Xian, recorrí la ruta de la seda hasta Hurumqi, pisé la tierra del fuego en Kasgar, entré al bazar de puñales en Turfan, y penetré el desierto de Taklamacan para ver las quinientas cuevas con pinturas budistas en Dunhuang, y viajé por primera vez al lamasterio de Taer donde aprendí el grabado y copia de los sutras sagrados, la quieta meditación, el olor de la rancia mantequilla de yack y el sabor agrio del sampa. Ya estábamos en pleno año del tigre, y Tang Laoshi insistió en el segundo canon que era " aprender a sentir ". Se trataba de inscribir en el cuerpo, en el espíritu y en la imaginación, el nuevo mundo: entender los cambios de las estaciones, atrapar el aroma de todos los tipos de té, degustar los cinco sabores de las exóticas comidas, comprender los cinco principios sociales, escuchar con
Beijing, y ser testigo de los primeros pasos del teatro de vanguardia, disfrutar de los dificilísimos malabares de su circo; debía perseguir el misterio de las montañas sagradas y sus templos colgados del abismo, palpar la importancia de sus terrazas de arroz, respetar y ofrendar en las pagadas habitadas por miles de budas, meditar con el olor del sándalo y el sonido de los mantras, y guardar algunos preceptos de la alquimia taoísta. Debía recibir sin reticencia la sonrisa permanente y la calidez de espritu de sus gentes, la sincera amistad, la mano franca de un amigo, y, con suerte, la caricia tántrica de una mano de seda. Pero, ante todo, debía poner máxima atención a descubrir el particular olor del papel y de la tinta, apreciar la sutileza de la palabra poética, sentir el estremecimiento ante sus magnificas artes y todos los inventos. Esa era la segunda clave: aprender el estado de empatía, una particular meditación que permite sentir, atrapar y sembrar en el corazón el secreto de las formas, la expresión en las artes y las manifestaciones de la vida. Después de esto, viajé hacia el sur para exponer mis grabados y conocer el mercado de Hong Kong y los atención las historias y los mitos, participar en
la fastuosa puesta en escena de los ritos
políticos, gozar la colorida y sonora ópera de casinos de Macao; regresé a Shanghai, y subí para estacionarme en Hang Zhow, la ciudad del inmenso lago; desde allí subí a la montaña