Ad gentes revista nov_dic | Page 44

IGLESIA EN SALIDA raciales o étnicas que tienen dificultades para integrarse en el grupo étnico domi- nante, y 5) los que se salen de lo normal (deviants), ya sean estos patológicos, super- dotados o no conformistas. A menudo la realidad marginal, precisamente porque está situada en un borde, es una realidad fronteriza: se encuentra a horcajadas en- tre dos diferentes áreas, teniendo algo de ambas, pero sin pertenecer por completo a ninguna de ellas. En los estudios sociológi- cos modernos, la palabra marginal se aplica con frecuencia a gente pobre, de cultura rural, que migra a las ciudades pero que no se integra bien en la cultura urbana do- minante, por lo que se halla perdida en el borde entre dos mundos. El misterio de la encarnación: un acontecimiento periférico y marginal Cuando uno busca comprender cómo vi- ven en general y, particularmente, su fe las personas que habitan en las periferias de las grandes ciudades, inmediatamente se topa con la gran sorpresa de que, ma- yoritariamente, son personas profunda- Cuando uno busca comprender cómo viven su fe las personas que habitan en las periferias de las grandes ciudades, inmediatamente se topa con la gran sorpresa de que, mayoritariamente, son perso- nas profundamente religiosas. mente religiosas. ¿Pero cómo ocurre esto si se trata de personas urgidas por satisfacer sus necesidades básicas? En efecto, son personas que están obligadas a ocuparse de un sin fin de asuntos: conseguir algún dinero para la subsistencia de la familia, alcanzar algún lugar en filas intermina- bles para conseguir algún recurso o servi- cio, ir a trabajar y, al mismo tiempo, estar buscando un mejor trabajo, mantener las deudas lo menos gravosas posible, hacer algún renuevo en el hogar para hacerlo más habitable, convivir con la familia e im- pulsarla a la superación, convivir y buscar cómo hacerle para ayudar a los compadres, amigos o vecinos, mantener una asistencia constante a la parroquia y estar cuidando por lo que le haga falta. No obstante, las terribles carencias y adversidades, estas personas atienden todos sus asuntos con una habilidad práctica impresionante y de la manera más digna posible, de manera excepcional, casi sobrehumana. Las grandes sociedades contemporáneas han institucionalizado una violencia tan sistemática y tan global contra los pobres —una violencia de desatención e indiferen- cia, de limitación de derechos, de privación de bienes y servicios, de considerarlos como clientelas políticas o material de re- serva para ejercer alguna presión o protesta— que no deja de parecer un milagro que es- 42 AD GENTES NOVIEMBRE · DICIEMBRE 2017