del exilio creen ver síntomas de que en Cuba -y no se diga Nicaragua- gana terreno el "ensamble"
"marxismo-clero". Ahora ya no se ve como una ficción el plan que en los años veintes fraguó aquel grupo
masónico-judío-jesuita de Lenhoff, Reichl, Lang, Gruber, Berteloot, Chardin, Bloch y otros.
(1) Testimonios hechos públicos por el senador americano Larry Fressler en la Gaceta Oficial del
Congreso. Junio 16 de 1983.
(2) El padre Frei Betto pasó por alto el informe de la Comisión Europea pro Derechos Humanos,
según la cual hasta 1985 habían sido fusilados 40.000 cubanos y 14.000 vivían como reos políticos,
tras 26 años de marxismo.
Ciertamente ni Cuba ni Nicaragua son excepciones. El "ensamble" gana clérigos en todo el mundo y se le
ve activo desde Canadá hasta Chile, país este último al que estuvo muy urgido de "liberar" a raíz de que
cayó Allende.
El mismo fenómeno opera de España a China; su historia país por país ocuparía miles de páginas.
Que el marxismo representaba un peligro para el mundo, y en lo particular para el catolicismo, lo advirtió el
Papa Pío IX desde mediados del siglo pasado. Lo mismo hicieron León XIII, Pío X, Pío XI y Pío XII, quien
llegó a decir que el diálogo con el comunismo era imposible porque se carecía de un lenguaje común y
porque los caminos eran divergentes (1956).
El Papa Juan XXIII mencionó (en su encíclica "Madre y Mastra", anterior al Con cilio) que el Papa Pio XI
había recalcado "que la oposición entre comunismo y cristianismo es radical". Después agregó Juan XXIII
que se podían hacer contactos con los no católicos, prudentemente, y bajo "las directivas de la autoridad
eclesiástica". Los teólogos "Iiberacionistas" se valieron de eso para hacer propaganda en favor de sus
planes.
Pero sucede que en las últimas décadas el tema del comunismo ha sido casi borrado de la atención
pública en los medios de difusión, de tal manera que todo lo que le atañe ya no llega a la masa de los
fieles, y muchas veces ni siquiera a los párrocos. Al contrario, se ha creado la difusa sensación de que el
anticomunismo es intransigente, anticuado y fantasioso. Casi lo han convertido en lo "intrínsecamente
perverso".
Volviendo al punto de la nueva táctica de los adversarios de la Iglesia, está claro que ya no se empeñan
en destruirla físicamente. Ahora prefieren lograr que cada día más sacerdotes y laicos colaboren con la
Acción Gradual.
EN ESPAÑA FRACASO LA ACCION VIOLENTA
A la caída del rey Alfonso XIII, en 1931, la masonería no sutil, sino la partidaria de la lucha frontal violenta,
comenzó a controlar el poder gubernamental bajo el nuevo régimen republicano. Rápidamente fue
haciéndose sensible un ambiente hostil al catolicismo, hasta llegar a la persecución abierta.
La situación empeoró en mayo de 1936 al llegar al poder el Frente Popular (comunista) con Manuel Azaña
a la cabeza. Era un régimen practicante del camino violento del marxismo. Casi a diario había asesinatos,
que en semanas ascendieron a 269; 170 templos fueron profanados o incendiados, y 113 huelgas creaban
un caos nacional. Dos meses más tarde se inició el levantamiento nacionalista del general Francisco
Franco, quien estableció su gobierno en Salamanca. (1)
En Carta Pastoral del 30 de septiembre, los obispos se declararon "contra el disolvente comunismo" y a
favor de la defensa de la civilización y sus fundamentos, religión, patria y familia". Era una "Cruzada". El
cardenal Gomá culpó de las matanzas a "judíos y masones que envenenan el alma nacional". (Enero 30
de 1937).
Después hubo otra Carta Colectiva dirigida a todo el mundo: "Pedimos que nos ayuden a difundir la
verdad...
Es una lucha contra la revolución comunista, contra la barbarie" (1 de julio, 1937).
(1) Franco siempre definió lo de España como "una lucha contra la alianza judeo-marxista-
masónica", según lo dijo públicamente 50 días antes de morir, con motivo de las críticas
internacionales que se le hicieron por haber ejecutado a cinco dinamiteros. (1 octubre 1975).
El gobierno de Franco, nacionalista y católico, fue reconocido por Italia y Alemania, entonces gobernadas
por Mussolini y Hitler. Ambos ayudaron a I as tropas nacionalistas de Franco, en tanto que Azaña recibía
apoyo de la URSS, del presidente Lázaro Cárdenas y de grupos marxistas internacionales.
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