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Otra protesta fue la del famoso jesuita Juan Luis Segundo, miembro del Regis College, de Toronto, Canadá, quien publicó en 1985 un libro titulado "Teología e Iglesia. Respuestas al Cardenal Ratzinger y una Advertencia a la Iglesia". En tono desafiante dice que "el Vaticano demuestra ignorancia en sus críticas injustas; no comprende ni la teología de la liberación ni el marxismo... La Iglesia Popular o Iglesia del Pueblo ha surgido de la visión unitaria del hombre y de ella emana la verdadera autoridad magisterial de Cristo". Agrega que el Cardenal Ratzinger y Juan Pablo II han de abstenerse "de pecar contra esta nueva y verdadera autoridad magisterial porque las necesidades materiales de los hombres deben ser el objeto primordial de los esfuerzos de la Iglesia". (El autor de este libro tuvo la aprobación del General de la Compañía de Jesús, padre Kolvenbach) En una segunda "Instrucción sobre la Libertad y la Liberación Cristiana" (22 de marzo 1986), el cardenal Ratzinger censuró el "Iiberacionismo" en varios puntos: I. La dependencia del hombre respecto a Dios les parece una servidumbre de la cual pretenden "liberarse". II. Es ambiguo el proceso moderno de liberación y así lo demuestran los tristes resultados que ha venido logrando. III. A veces la "liberación" ha sido orientada hacia proyectos colectivistas que engendran injusticias. IV. La Iglesia se opone a todas las formas de colectivismo. V. La tarea educativa pertenece fundamentalmente a la familia, no al Estado. VI. Si no se busca el Reino de Dios carecen de sentido los esfuerzos de liberación de orden económico social y político". No obstante, ninguno de los dos documentos lograron d etener a los "Iiberacionistas", quienes levantaron protestas en todo el mundo y siguieron haciendo proselitismo. Fue claro que no estaban dispuestos a desistir de su empeño de ensamblar cristianismo y marxismo, pese al absurdo que implicaría creer en Dios y a la vez negarlo. Nada puede ser y no ser al mismo tiempo. Llegó a decirse que cristianismo y marxismo son dos guantes iguales pero uno para cada mano. El presidente de la Conferencia Episcopal brasileña, Ivo Lorscheiter, dijo que tal teología" supone un cambio del contexto global socio-político, histórico y eclesial". El obispo Méndez Arceo comentó que dicha teología es "la Iglesia de los pobres; no puede haber institución religiosa para los ricos". El abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulemburg, declaró que tal teología "tiene puntos muy dignos de ser tomados en cuenta... Ya ha tenido cabida en la reunión de Medellín en 1968... El marxismo como doctrina social y política en lo que tiene de bueno, de digno para el hombre, puede ser aceptado". (No especificó ninguna de sus bondades). El más famoso teólogo liberacionista de Brasil, Leonardo Boff, estuvo un año suspendido por acuerdo del Vaticano, pero luego reanudó sus actividades. Lo apoyaron el obispo Helder Cámara, los cardenales brasileños Paulo Arns y Aloinsio Lorscheiter, la Orden de los Franciscanos y otros numerosos obispos y sacerdotes. Boff dijo al diario "Jornal del Brasil": "Lo que proponemos no es teología en el marxismo, sino marxismo en la teología". En otra entrevista a "Der Spiegel", de Alemania, dijo que la Doctrina Social de la Iglesia es sólo una tesis, en tanto que la Teología de la Liberación es una teología moderna. Agregó que la actual Iglesia es monocéntrica, con sede en Roma, pero que después del Concilio ha surgido "una Iglesia policéntrica, lo cual no les parece a quienes pretenden mantener una Iglesia que, en realidad, es moribunda... Roma es muy complejo. Tenemos buenos amigos allá. Por ejemplo, el cardenal Pironio. También el cardenal Martini, de Milano. En el año 2000, dos tercios de todos los católicos vivirán en Latinoamérica, donde la Teología de la LIberación ya hoy es determinante. Roma sólo seguirá como centro administrativo, pero ya no será el punto central vital. Habrá una Reforma moderna". (Nov. de 1984 ). Posteriormente Boff y el obispo Pedro Casaldaliga afirmaron que en Brasil hay 200.000 comunidades eclesiales de base, con cuatro millones de miembros. (25 de julio 1989). Esas comunidades son una especie de milicia de católicos de buena fe que pueden ser aprovechados -sin saberlo- para cualquier desviación. Durante un viaje a Moscú "a fin de estrechar relaciones", Boff fue agasajado por el Partido Comunista, el cual reiteró que es muy favorable que la Teología de la Liberación esté dando "un nuevo tratamiento a la cuestión religiosa". 21