TEOLOGIA DE LlBERACION DE SIGNO MATERIALISTA
El huracán progandístico de "modernismo-progresismo-redefinición" logró ganar posiciones en la
Conferencia Episcopal Latinoamericana de 1968, celebrada en Medellín, Colombia, y a continuación todo
eso apareció bautizado como "Teología de la Liberación", en un libro del jesuita peruano Gustavo
Gutiérrez, en 1973.
En realidad Gustavo Gutiérrez reúne muchas cosas que ya venían diciéndose en Europa y en Estados
Unidos. Hace 133 citas de autores marxistas, con todos los cuales parece coincidir; a veces
tangencialmente. Considera, amparándose en Sartre.. que el marxismo es, en el pensamiento filosófico,
"insuperable". En medio de circunloquios, citas del Antiguo Testamento y frases piadosas, va deslizando:
- "Un amplio sector de la Iglesia está ligado a quienes detentan el poder".
- "El hecho religioso debe ser redefinido".
- Se requiere "un replanteamiento de la misión de la Iglesia" .
- No es "la Iglesia el lugar exclusivo de la salvación...Debe orientarse hacia un nuevo y radical servicio a
los hombres".
- "La finalidad de la Iglesia no es salvar en el sentido de 'asegurar el cielo'... La salvación es una realidad
actual en la historia".
- "Urgen nuevas estructuras eclesiales".
- "Lo mundano aparece cada vez más consistente en sí mismo".
- "El subdesarrollo de unos pueblos se debe al desarrollo de otros".
- "Los pueblos latinoamericanos no saldrán de su situación sino mediante una revolución social" ...
- "La inspiración socialista es mayoritaria y representa la veta más fecunda y de mayor alcance"...
Y reiteradamente justifica la lucha de clases porque unos hombres son propietarios de medios de
producción y otros no. Además, de sus diversos planteamientos se deduce que el enemigo es todo
sistema no comunizado. (2)
Varios expertos han dicho que propiamente no se trata de una teología, pues no se fundamenta en la idea
de un Dios como Ser Supremo y Creador y Redentor.
(1) 29 de junio, 1972.
(2) Teología de la Liberación. Gustavo Gutiérrez, S. J. "Ediciones Sígueme". Salamanca, España.
El "Iiberacionismo" arranca del supuesto de que "el pueblo de Dios" es la fuente de la revelación espiritual
y se encamina a desplazar a la teología de dos mil años de cristianismo.
Por otra parte, dicha "teología" no trataba" de liberar a ninguno de los países que habían caído bajo el
comunismo y que vivían en la miseria y la injusticia. Sólo justificaba liberar a Cuba de Batista, a España de
Franco, a Chile de Pinochet, a Nicaragua de Somoza.
Tampoco mostraba ningún interés por liberar a Camboya, a Vietnam, a Laos, a Hungría, a
Checoslovaquia, ni menos a China y la URSS. Ahí no encontraba absolutamente nada qué liberar.
Varios críticos señalan que es falsa su pretensión de fundamentarse en "la opción por los pobres", pues la
opción de Cristo por los pobres no excluía a los no pobres, así como la preferencia por los niños no
excluía a los adultos. Ni la pobreza ni la riqueza sirven por sí solas para la salvación de las almas;
únicamente la gracia de Cristo lo logra, con la colaboración de cada quien. Y la gracia -dicen numerosos
teólogos- está abierta a todos, no exclusiva para unos y excluyente para otros.
Durante sus viajes a México, Brasil y Nicaragua, el Papa Juan Pablo II hizo algunas críticas a la Teología
de la liberación.
Luego el cardenal Joseph Ratzinger -director de la Congregación por la Doctrina de la Fe- expidió un
extenso y detallado documento de crítica para dicha teología y sus practicantes por adoptar el análisis
marxista y la "lucha de clases" como partes integrantes del cristianismo.
Y entonces ocurrió algo inusitado: el nuevo General de la Compañía de Jesús, padre Peter Hans
Kolvenbach repudió dicho documento como "negativo" y dijo que esperaba un segundo documento "más
equilibrado" hacia la Teología de la Liberación.
En seguida el cardenal Agostino Cassaroli, secretario de Estado del Vaticano, anunció que ciertamente se
publicaría otro documento, "mejor compuesto", y aclaraba que él no había participado en el anterior.
A Moscú tampoco le gustó el documento de la Congregación por la Doctrina de la Fe y declaró que era "la
deshonra de nuestro tiempo".
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